Uno de los primeros enigmas insulares luego de la conquista española es, sin la menor duda, el de la obra que inaugura la literatura nacional. La verdad es que en el momento presente todavía se mantienen algunas de las sombras que, durante siglos, rodearon este poema fundador. Pero desde el principio, la primera obra literaria cubana está rodeada de misterio… y de muchas interrogantes relacionadas de un modo u otro con ella.
Secretos y certezas del poema fundador
El texto fue redescubierto en la primera mitad del siglo XIX, antes de lo cual no había noticias de él en ningún documento. Se dijo que su manuscrito había sido encontrado entre las páginas de un libro de Pedro Agustín Morell de Santa Cruz y Lora, Historia de la isla y catedral de Cuba. Morell, quien fue obispo de Cuba —después de haberlo sido de Nicaragua y Costa Rica— en el siglo XVIII, realizó la primera visita eclesiástica de un prelado a toda la isla, narrada por él en un documento de inestimable valor para conocer la vida en esa centuria.
Fue, por cierto, su segunda obra en este sentido, pues ya en Nicaragua había escrito "Visita Topográfica, Histórica y Estadística de todos los pueblos de Nicaragua y Costa Rica”, texto de gran importancia para los estudios de la colonia española, que fue enviado al rey Fernando VI de España y que da testimonio de la vocación intelectual e incluso antropológica del prelado.
El obispo encarna por sí mismo otro enigma cubano. Se ha escrito —y no es fácil verificarlo— que en sus últimos momentos, ya en agonía, este interesantísimo dignatario comenzó a delirar y, según se supone, lo hizo en lengua hebrea. Es posible que Morell de Santa Cruz hubiera estudiado hebreo en sus años de formación como seminarista. Se comentó este hecho con cierta sorpresa, y hasta hubo quien supuso que habría sido un judío converso o, quizás, un miembro de una familia criptojudía (llamados también marranos): una incógnita más.
Por cierto, no habría sido el primer caso de sacerdote cristiano de origen judío: fue famoso Pablo de Santa María (1350-1435), quien, habiendo ocupado en España el alto rango de rabino mayor, luego se convirtió y llegó a ser obispo de Burgos, lo que, de ser cierto, sería menos extraño de lo que parece.
La cuestión hebrea es inseparable del proceso de formación de Iberoamérica. Y, por ende, de la primera obra literaria cubana.
La presencia de hebreos en América puede fecharse desde el inicio de la colonización. En el momento en que Cristóbal Colón partió en su primer viaje de exploración, en agosto de 1492, los Reyes Católicos estaban a punto de decretar que los judíos en sus reinos debían escoger entre tres destinos: convertirse al catolicismo, abandonar España para siempre, o ser condenados a muerte.
Se ha fundamentado con mucha fuerza que Colón, cuyo origen real es uno de los grandes misterios de la historia universal, fue un criptojudío. En su primer viaje no solo llevó consigo a varios judíos y a un intérprete de la lengua hebrea, sino que tampoco se hizo acompañar por ningún sacerdote cristiano y zarpó exactamente el día antes de que entrara en vigor la ley de expulsión de los judíos de toda la monarquía de los Reyes Católicos.
Hay, pues, una pregunta asociada indirectamente con Espejo de Paciencia: ¿Fue criptojudío Colón? ¿No lo fue? La incógnita es de todos modos sintomática: la cuestión hebrea es inseparable del proceso de formación de Iberoamérica. Y, por ende, de la primera obra literaria cubana.
Ya varios de los navegantes que emprendieron con Colón su primer viaje a América eran criptojudíos, es decir, judíos que públicamente habían abrazado la religión cristiana, mientras en secreto seguían fieles a la fe hebrea, una práctica que, como medida de supervivencia, era aprobada en la propia cultura judía y sus rabinos.
Se sabe que hubo comunidades criptojudías en Brasil y otras zonas de Iberoamérica. También se supone que los hubo en Cuba. Y desde luego en la península ibérica. Se ha dicho que hubo criptojudíos que llegaron a ordenarse como religiosos y es seguro que algunos prelados fueron judíos conversos. De modo que el incidente ocurrido en la agonía del obispo Morell de Santa Cruz pudo corresponder al delirio de un criptojudío y, por supuesto, fue tema de chismorreos diversos.
La llegada de judíos a América tuvo lugar desde muy temprano. Ni Santo Domingo, de donde procedía la familia del obispo Morell de Santa Cruz, ni Cuba estuvieron ajenas a la inmigración hebrea. De modo que este prelado, primer historiador de Cuba, pudo perfectamente haber sido marrano, término coloquial para referirse a los criptojudíos. Es, pues, otro misterio asociado con Espejo de Paciencia. En suma, ¿aquel brillante obispo de Cuba fue marrano? ¿No lo fue? Imposible saberlo hoy con absoluta certeza.
Entre la sospecha y la reivindicación
El manuscrito del poema, que apareció dentro del manuscrito del inteligente y enigmático obispo Morell de Santa Cruz, lo encontró José Antonio Echeverría, intelectual prestigioso miembro del Círculo Delmontino, eje de la cultura criolla en la primera mitad del siglo XIX. Fue copiado y gracias a eso se conservó el poema fundador.
La desaparición posterior del manuscrito dio lugar a un siglo de especulaciones y dudas que llegaron hasta el siglo XX. Al no contarse con el manuscrito, se cuestionó su legitimidad. Poco a poco se difundió la creencia, que hoy sabemos por completo falsa, de que era una falsificación, posiblemente amañada por los miembros del Círculo Delmontino, que estaban trabajando intensamente en la defensa de la nacionalidad cubana. Se supuso que la mención a un esclavo negro, Salvador Golomón, hubiera sido imposible en el siglo XVII y que esto también derivaba del interés de los delmontinos por eliminar la esclavitud.
Se consideró, con cierta razón, que era un texto tosco y sin grandes valores literarios en sí.
A fines del siglo XIX y en las primeras décadas del siguiente, el número de incrédulos había aumentado entre los críticos y escritores cubanos. De pronto, alguien propaló que Carolina Poncet, destacadísima investigadora cubana, una de las figuras principales de la pedagogía, el estudio del folclor nacional y la investigación literaria, había afirmado contundentemente que esa obra era falsa. ¿Dónde lo afirmó esa eminente intelectual? No se sabe. Uno más entre los velos de incertidumbre que rodean al poema de Balboa.
Luego vinieron otras negaciones, ya con autor probado y opiniones localizadas. Se afirmó que no había temas cubanos en el poema y que su lenguaje era sobre todo español. Se consideró, con cierta razón, que era un texto tosco y sin grandes valores literarios en sí. Se cuestionó que Silvestre de Balboa hubiera sido un escritor y, más aún, que fuera probable que los sonetistas cuyos elogios precedían el texto hubieran existido en un "poblachón" colonial como Puerto Príncipe.Pareció inverosímil imaginar veladas literarias de aquellos personajes.
Diversos críticos del siglo XX, incluido uno tan notable como Roberto González Echevarría, minimizaron su relevancia. Pocas veces se han concertado tantas voces en contra de una obra de valores estéticos cuestionables. Sin embargo, una especie de conciencia difusa sobre la inmensidad del valor histórico del texto se mantuvo.
Se realizó un brillante estudio del estilo de la obra, y ya no fue posible dudar más de la autenticidad del poema.
El misterio comenzó a disiparse cada vez más. Enrique Saínz, destacado investigador cubano, se empeñó en estudiar el texto y dio a conocer un minucioso e inteligente estudio: Silvestre de Balboa y la literatura cubana (Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1982). Su fundamentación de la autenticidad y cubanía del texto resulta la más importante que se hubiera realizado en toda esa centuria. Saínz realizó un brillante estudio del estilo de la obra, y ya no fue posible dudar más de la autenticidad del poema. De la tradición crítica mantuvo la creencia en que la mención de Salvador Golomón podría ser una interpolación delmontina. Por otra parte, Saínz realizó ese inestimable trabajo de crítica textual, pero no le fue posible consultar archivos españoles. Él disipó la parte más grave del misterio.
Líneas de investigación diferenciadas
Quedaban otras zonas de las que se han venido encargando diversos autores. Quiero mencionar aquí a tres de ellos: Mercedes Rives, Ramiro Manuel García Medina y Salvador Méndez Gómez, sin restar méritos a otros autores, como Graciela Cruz-Taura y su Espejo de paciencia y Silvestre de Balboa en la historia de Cuba (Ed. Iberoamericana, Madrid, 2009) o las valoraciones de Iván A. Schuman y el propio González Echevarría.
Mercedes Rivas aporta elementos de gran valor en su ensayo Espejo de Paciencia, entre la historia y la leyenda (Sevilla, Tebeto. Anuario Histórico Insular, 1992). En él recurre a documentos inestimables para confirmar la historicidad de Espejo de Paciencia, todos ellos relacionados con los hechos narrados en el poema. Destacan especialmente el “Memorial del Cabildo de Santiago de Cuba”, la “Carta-Relación del obispo Cabezas de Altamirano” y la “Información de Juan Guerra” —testigo de los sucesos—, los tres pertenecientes al expediente Santo Domingo del Archivo de Indias.
Con estas fuentes, la investigadora no solo ratifica la historicidad de los hechos, sino también la precisión histórica del poema. Analiza, además, las adaptaciones literarias que hizo Balboa de los hechos. Comprueba que efectivamente Salvador Golomón alude a uno de los varios esclavos negros que lucharon para rescatar al obispo. Solo que el hombre que desafió al capitán pirata no lo mató, sino que fue muerto por él, prueba de que en la adaptación literaria de los hechos, Balboa al parecer tenía interés en destacar la valencia del esclavo.
Ramiro García Medina, canario emigrado a Cuba desde niño, después de una serie de investigaciones en archivos esenciales, como el Archivo de Indias en Sevilla o el archivo de El Escorial en Madrid, publicó un libro fundamental, Vida de Silvestre de Balboa Troya y Quesada (Editorial Ácana, Camagüey, Cuba, 2009). Allí logra trazar con una seriedad y un tesón envidiables, la biografía histórica del poeta, no solo antes de escribir su poema, sino en los años subsiguientes. Es un libro realmente admirable y que complementa de modo excelente el estudio previo de Saínz.
Finalmente, Salvador Méndez Gómez, de la Universidad de Murcia (Méndez Gómez, S. (2023) Afrocubanidades ante el espejo. Resignificación del discurso de Silvestre Balboa en la Cuba del s. XVIII, realiza un excelente estudio del léxico afrocubano en el poema, otro factor de importancia para la valoración de esta obra.
Espejo de Paciencia no ha sido despojado de todos sus enigmas. ¿Se relacionaba el poema, aunque fuera de forma indirecta, con las pugnas sobre si el obispado de Cuba permanecería en Santiago o se trasladaría a La Habana? ¿Tuvo alguna conexión con las Devastaciones de Osorio en Santo Domingo, como se ha insinuado a veces? ¿Cómo era la vida cultural del Puerto Príncipe en el que se escribió esta obra?
La poesía es misterio. El poema fundador de la literatura cubana siempre estará envuelta en él.
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