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Estilos de vida | ¿Dónde están las parteras?

Doula acompaña a una mujer embarazada en su preparación al parto.
Doula acompañando a una mujer embarazada en su preparación al parto. | Imagen: Infobae

Mucho se habla hoy a nivel mundial de partos humanizados, incluso se ha extendido la idea de la importancia de un embarazo consciente, una maternidad y paternidad conscientes, y de la necesidad de conectar con el cuerpo para entender sus procesos. La propia ONU, paradigma de derechos en la sociedad mundial actual, ha definido los partos humanizados y trabaja por fomentar que así sean desde la OMS y con leyes y políticas al interior de los países:

Se ha llamado "humanizado" al modelo de atención del parto que pretende tomar en cuenta, de manera explícita y directa, las opiniones, necesidades y valoraciones emocionales de las mujeres y sus familias en los procesos de atención del embarazo, parto y puerperio.

Los altos por cientos de cesáreas no son celebrados, sino motivo de preocupación; la violencia obstétrica es un problema; el protagonismo masculino en el momento del parto y el ambiente del área donde se realiza son cuestionados.

"Los por cientos de cesárea en Cuba son comparables con los realizados en hospitales privados donde las mujeres arbitrariamente planifican la intervención quirúrgica"

Sin embargo, ¿qué pasa en Cuba? donde, en casi todo, se vive en otra época, en otro tiempo, como en otro mundo… Los por cientos de cesárea en Cuba son comparables con los realizados en hospitales privados donde las mujeres arbitrariamente planifican la intervención quirúrgica. En Cuba, según los datos recopilados desde 1970 hasta el 2011 la cesárea ascendió de alrededor de un 3 % a un 30 %, cifra en la que se ha mantenido los últimos años, aunque sin mucha variación, con una tendencia a aumentar. La recomendación de la OMS es que cualquier índice superior al 15% de cesáreas debe considerarse excesivo.

Lo de “humanizados”, al menos de forma oficial, en palabras de doctores dedicados a la partería y estudios relacionados y en medios de prensa, no se expresa claramente, enunciándose de manera tales como: “la atención integral que se le brinda a la mujer y la familia durante el proceso de parto, con el objetivo de percibir a la mujer como sujeto de cuidado, permitiéndole su participación activa…”. Pueden compararse las sutiles pero alarmantes diferencias con lo expuesto por la OMS.

En último caso, más allá de conceptos, en la práctica, ¿se cumplen en Cuba los partos humanizados? Los testimonios de violencia obstétrica dejan su fuente, porque si alguien no conoce como es parir en Cuba, sepa además que no se reconoce oficialmente la violencia obstétrica como una forma de violencia contra la mujer. Los datos de muertes maternas también dan cuenta del asunto, con 176,6 por 100 mil nacidos vivos solo en 2021.

Cabe aclarar que el tema es complejo y existen innumerables puntos donde poner la mirada, así como mismo ha de tenerse en cuenta que es una problemática que va más allá de un país o contexto específico y, como especie, compete a la humanidad toda. Sin embargo, para este trabajo, se toma como muestra el caso de Cuba y el punto de mira en la maternidad es hablar sobre las parteras… ¿Dónde están las parteras?

Cambiemos el mundo cambiando la manera en que nacemos...

"...se pare en condiciones de laboratorio, la mayoría de las veces innecesarias, con sedantes que cortan la conexión con el cuerpo y no permiten que exista una respuesta orgánica en ese momento"

Cambiemos el mundo cambiando la manera en que nacemos”, expresaba Michel Odent, médico obstetra francés defensor del parto con la intervención externa mínima posible. No es esta una afirmación cualquiera. Un gran por ciento del subconsciente de una persona, parte importante del contenido mental con el que tendrá que lidiar durante su vida, se crea durante el tiempo en la barriga de la madre. Nacer, para el bebé, es una de las experiencias más importantes de la vida, quizás solo equiparada con morir. Para la madre, es una de las experiencias más espirituales y transformadoras que jamás experimentará. Para el padre y/o demás personas implicadas, igual. Desgraciadamente, parece que no existiera, como especie, una conciencia suficiente al respecto. Y se pare en condiciones de laboratorio, la mayoría de las veces innecesarias, con sedantes que cortan la conexión con el cuerpo y no permiten que exista una respuesta orgánica en ese momento. Se cuentan historias de dolor y de miedo. La mujer yace en una camilla en una postura que la inmoviliza y es cómoda para todos los que quisieran mirar, menos para los únicos protagonistas: la madre y el bebé.

El viaje de la madre comienza desde su vida previa al embarazo, implica cualquier arista de la vida de una mujer, pero, por supuesto, se experimenta desde el cuerpo y su conciencia. La autopercepción, la autoestima, la estabilidad emocional, el equilibrio físico y mental se desarrollan como una tarea de prioridad de cada día si se quiere ser sano y feliz, sobre todo si, como la mayoría, se ha nacido y crecido en condiciones que no ayudan a la madurez emocional sino lo contrario.

Una concepción consciente (que implicaría una previa sexualidad plena) entonces, a grandes rasgos, podría ser un segundo paso del viaje. Luego todo el embarazo, en sus diferentes etapas, conlleva cambios y transformaciones físicas/mentales que impactan la existencia de los implicados, especialmente de la madre embarazada. Hasta el momento del parto, la culminación de un proceso que inició con el acto sexual de concepción. Y un poco más allá, con el postparto: la lactancia y principalmente, los dos primeros años del bebé.

La alimentación y ejercitación adecuadas del cuerpo son fundamentales en la vida en general, y en esta etapa en particular impactan el proceso. Remedios, masajes, rutinas, comunicación, relaciones…. ¿quién habla sobre esto, quién enseña cómo transitar mejor la experiencia del cuerpo femenino?

"El machismo puede verse en las incontables cortes de la transmisión de información, de la herencia del conocimiento ancestral de la mujer sabia..."

El machismo puede verse en las incontables cortes de la transmisión de información, de la herencia del conocimiento ancestral de la mujer sabia. La santa inquisición quemando brujas es un gran y triste corte del linaje femenino. Si miramos a Cuba y buscamos al respecto, la Revolución Cubana y la estandarización de la medicina y el conocimiento, la doctrina y la hiperideologización, la persecución de la religión por el pensamiento materialista, eliminó también todo registro y cortó el linaje de las parteras.

En Cuba, ¿dónde están las parteras?

Luego de 1959, las parteras fueron convertidas, algunas, en enfermeras (curiosamente no en ginecólogas). Parir en casa se convirtió en sinónimo de subdesarrollo, y parir en hospitales de formas cada vez más medicalizadas, en sinónimo de desarrollo.

Cabe señalar que este fenómeno hacia la deshumanización del parto es algo que sucedió de manera similar en esa época en casi todo el mundo a consecuencia, entre otros, de un nivel de desarrollo acelerado de la tecnología con resultados negativos para los modos de vivir. Pero, curiosamente, al mismo tiempo esa fue la época donde, impulsado entre otros por el movimiento de la contracultura, muchos seres humanos comenzaron a ir en dirección casi opuesta para reconectar con las maneras más saludables de vivir, también de nacer.

Un ejemplo inspirador es el trabajo de las parteras en la comunidad The Farm, en Tenesse, Estados Unidos, guiada entre otros por Stephen Gaskin e Ina May Gaskin, quienes decidieron a mediados del siglo pasado, y a pesar de las restricciones que ofrecía al parto natural la sociedad norteamericana en ese momento, retomar los conocimientos tradicionales para ayudar a partos naturales, en casa, y con la mínima intervención externa posible. El resultado abrumador es que en The Farm en el periodo de 1970 al 2000 se atendieron más de 2000 nacimientos: en 30 años solo 8 bebés fueron perdidos y ninguna mujer murió durante el parto o como resultado de este…

Volviendo a las consecuencias del auge del pensamiento materialismo en el caso de Cuba, y del mundo, a partir de los 60: las nuevas configuraciones legales hicieron, además, que fuera casi imposible inscribir a un bebé si este no fue registrado en un hospital antes. Y esto son solo algunos ejemplos de cómo el mundo, poco a poco, pero mucho más rápido de lo que podría quererse, participó en un proceso que convertía al embarazo y el parto a lo más similar a una enfermedad y una emergencia médica, lo que, de manera natural, solo en pocas ocasiones llega a serlo.

Historia de la partería en Cuba

En Cuba, uno de los primeros registros de parteras se remonta al siglo XVI, cuando Fray Bartolomé de las Casas, en Historia de las Indias, se refiere a las aborígenes y su experiencia de la maternidad, señalando que “los dolores durante el parto eran pocos e insensibles”, así como la manera fácil con que daban a luz.

El doctor Le Roy Cassá en sus apuntes para la historia de la Obstetricia en Cuba, hace referencia a los doctores Pérez Beato y Delgado García cuando cuenta sobre “mujeres que se dedicaban a curar o auxiliar a las parturientas”. La primera referencia documental sobre las parteras en Cuba es sobre "la comadre de parir" María Hinojosa, en 1593. Y a pesar de los pocos registros documentales que se encuentran en textos médicos, casi siempre escritos por hombres y desde la visión de “la ciencia”, puede constatarse el antiguo trabajo de las parteras en el país, tanto como de arraigada ha estado la partería a la existencia humana misma.

De manera resumida, cuenta la historia este fragmento de “Una concepción integral del parto humanizado en Cuba”:

El nacimiento en Cuba fue atendido mayoritariamente por las comadronas. Las mismas existieron en Cuba tanto en la zona rural como urbana y eran conocidas popularmente y se mantuvieron, sobre todo, en las montañas orientales hasta el 1959. Tras el triunfo revolucionario cubano y el surgimiento del Sistema Nacional de Salud (1960) fueron incorporadas como trabajadores de las unidades rurales de servicios que se creaban. Se erradicó, de esta manera, la práctica empírica en la atención del parto en Cuba y desaparecieron los partos domiciliarios realizados por la figura centenaria de las comadronas.

El año 1959 no fue la primera vez que se institucionalizó y quiso regularse el trabajo de partería. En 1823, el Reglamento General de Beneficencia Pública, aprobado por el gobierno español, establecía que “Pasando el tiempo que el Gobierno crea necesario, después del establecimiento de estas escuelas (de obstetricia), a ninguna mujer se permitirá ejercer dicho arte en los pueblos sin haber estudiado en ellas, o a lo menos adquirido el titulo correspondiente previo examen”. Sin embargo, la tradición logró pervivir a esta disposición, lo que desgraciadamente no pasaría después de 1959…

Nacer plenamente

Hoy día que el mundo avanza muy rápidamente y en muchas direcciones, una parte de la humanidad reconoce la importancia de reconectar con la realidad del cuerpo, sus procesos y experiencias para una vida plena, una compresión de la existencia y la armonía con el entorno, con el planeta. Las doulas, mujeres que acompañan a otras mujeres antes, durante y después del embarazo y el parto son casi una tendencia mundial. El parto en casa cada vez más se convierte en una opción tanto como parir en hospitales. Inspiradores seres humanos como Vandana Shiva y movimientos como el ecofeminismo, por solo citar un ejemplo, ponen la atención en la necesidad y prioridad de reconectar con la sabiduría femenina, con el aspecto femenino y creativo del ser humano (reflejo de la naturaleza misma) en búsqueda del equilibrio mundial, en todos los niveles, y de un reconocimiento holístico de la naturaleza humana.

Y es que, en continua evolución, siempre hay oportunidad de recordar cómo vivir, nacer, morir, plenamente. La organización social en Cuba, aún anclada a algún tiempo extraño, deberá encontrarse de frente con el presente, ¿qué otro modo sino vivir en el presente? No hay otra manera de experimentar la vida sino a través del cuerpo. Y ese cuerpo debe ser respetado, como una expresión de amor y demostración de lo sagrado que puede ser la existencia cuando es observada desde la conciencia humana.

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Ailén Rivero

Ailén Rivero

(Cuba, 1996). Licenciada en Periodismo en la Universidad de La Habana (Cuba, 2019). Instructora de Yoga (Anand Kundalini, Argentina, 2020), especializada en yoga para embarazadas (Quinta Do Rajo, Portugal 2022). Con la iniciativa Proyecto Semilla promueve un estilo de vida saludable a partir de la filosofía yóguica.

Comentarios:


Eli (no verificado) | Lun, 15/05/2023 - 03:25

gracias

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