ECOPOEMA I
Más de 400 ballenas mueren encalladas
en las playas de un islote ubicado
a 20 km de la costa continental argentina.
Los expertos declaran que puede tratarse
de una posible contaminación de los mares.
Nota de A.F.P.
El rostro de Dios es un inmenso pez,
espuma y sal en comunión.
Inocente la estela de horizontes
con que horada el azul.
Su mano coletea sobre las crestas de las olas,
se cierra y vuelve a abrirse en cada resoplido
cantando a la armonía.
Los ojos de Dios navegan por los mares
y sobre su epidermis se deslizan
como un niño en una patineta.
Susurra al viento una plegaria misteriosa,
y luego se hace copa y pan
y agua derramada en los crueles abriles.
Feliz la mano de Dios.
Felices todas Una,
rodeadas de madréporas,
tendidas sobre el bosque cifrado del océano,
besadas por albatros,
los pájaros del sueño, estremecidos,
que sobre la roca de mi vientre
no encontraron sosiego.
El rostro de Dios ignora
que las aguas engañan.
El viento atrae sucios, extranjeros olores.
Barcos negros,
barcos negros que se quiebran
como fósforos, descabezados...
Muchos, tantos que el mar se confunde
y como una madre los acoge
torpemente en su regazo.
Sangra negro,
sangra ácido el mar
y clava con la sangre
el rostro de Dios en los corales.
ECOPOEMA II
(Con La Habana en mis ojos)
¡Oh, sed de amor! ¡Oh, corazón prendado
de cuánto vivo el universo habita!
José Martí
Teje el crepúsculo la espiral de la duda.
Un velero se abisma
en la mar de mis ojos.
No puedo sino mirar a través
del temblor del que huye.
En el malecón de la ciudad marchita
los novios contemplan
el ir y venir de las olas.
Detrás del golpeteo,
ahogando las caricias, descubren
el silencioso llanto de una madre.
¿Qué hijo se aventura por el tajo que ha abierto
un horizonte absurdo?
La espuma es el suspiro último del náufrago,
de un ala rota en la impureza,
en la desidia,
en el hastío del ahora.
Efervescencias grisáceas, el mascarón de proa
de una nave de fuego apagada a escupitajos.
Los novios han visto serpientes sin cabezas
deslizarse bajo el mar remendado,
encasquillado en el diente perro de ruinosos edificios.
Se asustan ante sus rostros
también ensombrecidos de ajada juventud.
Por más que intentan,
no logran ensartar la boca de la aurora.
Dios les manda un relámpago mínimo,
pero no basta guarecerse
de tal desolación:
Otra grieta se abre.
El aceite oscuro brota en la desidia
y sube desde el asfalto
hasta las manos juntas.
Una rosa cae de la cabellera de la novia.
La rosa púrpura ya no es paisaje,
y mientras va goteando,
el escalofrío detiene a los paseantes.
Pétalo a pétalo,
espina a espina,
el mar la devora
como sorbiendo una última belleza para sí,
como queriendo salvarse
de un naufragio que sabe inevitable.
ECOPOEMA III
Las autoridades de Zimbawe planean matar
a 5000 de los 80000 elefantes
que viven en ese estado africano
debido a que, según se argumentó,
provocan una catástrofe ecológica.
(Notimex)
Dios existe. Y tiene trompa.
Su trompa es un columpio
meciendo los enigmas,
Laberintos ardientes de muchachas y pájaros.
Sobre la tela de una araña,
Dios a su vez se balancea.
El bien existe:
Tiene el color gris azuloso
de los ojos del mundo
y engulle espinas y abrojos
que hieren al viajero,
al soñador, un niño que atesora
entre las manos húmedas
la roca de fundar.
Lo bello existe:
Por orejas carga inmensos pitirrojos,
texturas que replican el concierto de los astros;
en los hombros apacienta la tristeza del pobre,
el baúl cejijunto de un poeta.
El mal existe.
Es la mano que corta
los hilos de la araña.