En 1995 se organizó la primera Peña del Júcaro Martiano. Desde entonces, en la ciudad de Camagüey, ha existido siempre este espacio para la libertad de las ideas. Lo convoca un importante poeta, crítico y ensayista, devoto de Cristo y de José Martí: es Rafael Almanza Alonso (1957). Al principio contó con el amparo de la Iglesia católica, pero cuando le faltó semejante auspicio, volvió a sembrar un júcaro, ahora en el patio de su casa —es tradición de la peña reunir a los buenos cubanos en torno a una postura de esta planta—, y así este 26 de diciembre (2015) se ha celebrado el XX aniversario de tan singular evento.
Volvieron a asistir en abundancia los amigos sinceros, sobre todo jóvenes, desconociendo el temor a entrar en una casa donde, al lado de la humildad material, ha echado sus raíces potentes la independencia espiritual. Almanza protagonizó su performance “Heráldica nacional”, secundado por muchachos y muchachas que se convirtieron en súbditos de la patria, armados con palos de trapear el piso en vez de lanzas, para colocar una nueva y sugerente versión del escudo nacional sobre la pared del patio. La propuesta de Almanza: modificar el escudo cubano, añadiéndole la figura del tocororo (ave nacional), y como emblema esta máxima martiana que motiva a todos los que siguen creyendo en el proyecto de una república democrática: “Con todos y para el bien de todos”.
Un “José Martí” multiplicado, entonces, les habló en persona a los presentes.
Además, se homenajeó a un patricio injustamente olvidado: Guy Pérez-Cisneros, y se proyectó el audiovisual “Con todos” (Ediciones Homagno 2015), en que se pudo escuchar íntegro su discurso en la Tercera Asamblea General de las Naciones Unidas (París, 1948), cuando presentó la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
La revista Árbol Invertido, por medio de su director, se encontraba esta vez entre los invitados de la Peña del Júcaro Martiano, gracias a lo cual podemos ofrecer un pequeño testimonio en forma de video.