A principios de 2018, Árbol Invertido lanzó esta pregunta a sus lectores: “¿Qué escritores merecen el Premio Nacional de Literatura de Cuba y no lo han recibido?” Llegaron propuestas de nombres a través de correos electrónicos, las redes sociales y el sitio web de la publicación. Obtuvimos un listado ideal de 33 nombres diferentes. Todos estaban vivos en ese momento, activos (tenían, pues, opciones reales de ser premiados), pero, a pesar del criterio predominante de que merecían tomarse en cuenta por su trayectoria para recibir una distinción máxima que reconociese sus aportes a la literatura cubana, la mayoría de estos nombres nunca han estado ni siquiera nominados para un Premio Nacional que se entrega en la isla anualmente, desde 1983, por la obra de toda la vida. ¿Por qué ha ocurrido esto?
A simple vista, queda claro que dicho Premio, incluso por menos “extraliterario” que pudieran proponérselo algunas de las personas involucradas en su organización o en las decisiones tomadas, dentro de una sociedad como la cubana, no está, no ha podido estar separado de las jerarquías políticas. Han sido 38 los premiados entre 1983 y 2017, a través de 35 años de entregas ininterrumpidas, desde que se empezara por agasajar a Nicolás Guillén, primero condecorado oficialmente con el título honorífico de “Poeta Nacional de Cuba”. El abuso de poder también está muy relacionado con la discriminación por motivos de género, y vemos que hay escasas 9 mujeres premiadas, en comparación con la suma de 29 hombres.
Últimamente, cada vez que se da a conocer una distinción que tiene consecuencias económicas y de promoción considerables, se reaviva un viejo debate a nivel de pasillo que por lo general no llega a los medios, en que suele cuestionarse la calidad o la abundancia de la obra reconocida, y se barajan los “otros” nombres, es decir, quiénes también lo merecen y, de entre ellos, quiénes posiblemente nunca lo reciban por hallarse en una “lista negra”.
No hay duda de la trascendencia de la obra de muchos premiados, donde destacan cánones como el propio Guillén, Eliseo Diego, Dulce María Loynaz, Fina García Marruz, José Soler Puig, Cintio Vitier y Carilda Oliver Labra, entre otros. Además, se han producido ciertas “sorpresas” al seleccionarse autores contemporáneos precedidos por el consenso del público y la crítica, aunque representen cierta incomodidad desde las letras respecto a la historia oficial y las estructuras de poder, como en los casos de la poeta Reina María Rodríguez y el novelista Leonardo Padura. Sin embargo, ello no cambia una realidad marcada por altos grados de confrontación e intolerancia.
Tras computar la encuesta de la revista Árbol Invertido, tenemos dos grupos. En el primer grupo, están los 38 premiados desde 1983 hasta 2017, mientras en el segundo aparecen los 33 escritores nunca escogidos por las autoridades literarias y políticas detrás de la organización del evento, pero que los lectores proponen como merecedores actuales del Premio, si este fuera idealmente (completamente) justo, de acuerdo con valores literarios.
Luego, surge una pregunta: ¿hay condiciones que diferencien de manera radical a ambos grupos? De haberlas —y seguro que las hay, y véase que apuntan al control político y simbólico del territorio nacional: ideología y lugar de residencia—, tales diferencias revelarían la naturaleza del Premio Nacional de Literatura de Cuba, los intereses y supuestos en que se basa.
En Árbol Invertido hemos preparado una cápsula de video con los resultados de nuestra pequeña encuesta. La ponemos aquí a consideración de los lectores.
Solo queremos adelantar que el nombre que más se repitió, el primero en el listado de propuestas, fue Rafael Alcides. Entonces aún el magnífico poeta escribía en La Habana, en la sombra, sin que muchos quisieran darse por enterados de su existencia imprescindible para la literatura cubana. Lamentablemente, Alcides falleció en días recientes. No pudimos publicar antes el resultado de la encuesta, debido al hostigamiento que sufrimos los realizadores de Árbol Invertido.
Por suerte, Alcides recibió en 2015 el Premio Nacional de Literatura Independiente Gastón Baquero. Este galardón, auspiciado desde 2014 por el Club de Escritores Independientes de Cuba (CEIC) y el proyecto Puente a la Vista, significa sin duda una reacción a las limitaciones del oficial Premio Nacional de Literatura de Cuba.
Invitamos con el presente trabajo a la reflexión sobre la necesidad de altruismo y un espíritu democrático en la comprensión de la literatura cubana, y asimismo en el tratamiento a los escritores por encima de todas sus diferencias. Nada opuesto a lo que merece y reclama la nación cubana.