Cuando el sol lanzó sus primeros rayos matutinos sobre el organopónico habanero de Fontanar, su luz descubrió para las cámaras de la prensa nacional una escena tradicional en días señalados para el régimen socialista en Cuba: el presidente del país haciendo trabajo agrícola de forma voluntaria, ¡sin que nadie lo obligue!
Así lo verá toda la nación durante la emisión del Noticiero Nacional de Televisión (NTV) correspondiente al Día de la Rebeldía Nacional y quizá en algunos spots televisivos por varios meses.
Con una habilidad superior a la demostrada en el gobierno del país, el presidente palea abono orgánico (ese con caca) a una carretilla y algunos de los cien jóvenes que lo acompañan lo apoyan en su labor.
A las 9:30 de la mañana ya el trabajo voluntario había acabado y el presidente pudo sentarse a la sombra del nim a hablar con los jóvenes “sobre los retos actuales que vive Cuba” y “también de la responsabilidad de proponer, crear y participar en las actividades socioeconómicas del país”.
Seguro que toda una experiencia emotiva para esos muchachos que, tal vez con los ojos aguados, pudieron disfrutar de la cercanía agraria del máximo dirigente cubano y del Viceprimer ministro y titular de Economía y planificación, Alejandro Gil Fernández, timonel de nuestra nación durante el naufragio financiero al que nos lleva la alta dirección del país.
Ahí termino el sketch matutino de la presidencia, pero el diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, saludó a sus lectores con un texto de alto vuelo humorístico en la primera plana de la edición de hoy: “En el año 1953 tampoco había colas en Cuba. Ni para la carne ni para el pan. Para que haya colas, tiene que haber muchas personas con suficiente dinero para comprar, y esos no eran alimentos que estuviesen al alcance de los magros bolsillos de los sitios donde nací”.
Antonio Rodríguez Salvador, un ser humano peculiar nacido en varios sitios, vástago de la familia más miserable de Taguasco y autor del simpático texto, dibuja un país paupérrimo que se arrastraba por el lodo de la indigencia durante los días previos al ataque planeado por Fidel a los cuarteles de Santiago de Cuba y Bayamo, con una población rural en la que solo un 4% tenía la carne como alimento habitual, el 3,4% el pan y menos del 1% el pescado, solo tomaba leche un 11,2% y un reducido 2,1% consumía huevos.
Es sorprendente cómo esta generación prácticamente autótrofa pudo llegar viva a 1959.
La delicatesen tonta del día sale de la pluma de Yosuam Palacios Ortega, presidente del Movimiento Juvenil Martiano de Cuba. El simpático personaje dedica toda una página interior del Granma a arrojar otra vez sobre la indefensa memoria de José Martí, la culpa del ataque de los hombres de Fidel Castro al Moncada.
Yosuam confiesa que alberga el espíritu de aquellos que fracasaron en una acción militar que aún brilla por lo disparatado de su concepción estratégica y lo demuestra terminando su artículo con las consignas ajenas a la realidad de siempre.
Y esto solo ha sido la primera mitad de la jornada.