Este es Silverio Portal: un negro que ha sufrido el mismo abuso que George Floyd: un negro humilde y responsable, preso político cubano que ha perdido la visión del ojo izquierdo (y casi la del derecho) a causa de los golpes recibidos por la policía.
Sin embargo, su historia no se hará viral, porque ni vive en Estados Unidos, ni a los grandes medios les preocupa lo que no vende, ni tiene una comunidad que lo respalde. Es el precio que paga por ser opositor en un país donde pensar o actuar independientemente es un delito.
En Cuba el racismo es sistemático y sistémico —el pelotero Yasiel Puig ya nos contó sus experiencias. En Cuba el racismo, de tanto disimularlo, está arraigado en lo más hondo de la sociedad. Y lo peor es que no padecemos un solo tipo de racismo... Ese racismo cultural es un chiste al lado del apartheid ideológico que nos impone el Partido Comunista: un apartheid que no distingue raza, ni religión, ni género; que nos desprecia a todos por igual.
El caso de Silverio es doblemente grave, porque él mismo representa —sin habérselo planteado— la lucha contra esos dos demonios: el prejuicio, y el sistema. Silverio es la comunidad afrocubana levantando el puño contra los que nos oprimen.
Silverio ya estaba encarcelado cuando lo de Floyd... Cuando ocurrió lo de Floyd vi cómo de repente surgieron miles de cubanos activistas de Black Lives Matter de la nada —cubanos que nunca se habían metido en política—, pidiendo que se hiciera justicia para el norteamericano. Y yo no veo mal la solidaridad, pero pregunto: ¿Y la justicia para el cubano qué? ¿Cuándo la vamos a pedir? ¿Resulta que somos testigos de la injusticia todos los días, y sólo protestamos cuando sucede en otro país? ¿Cómo se llama eso? ¿Hipocresía, o cobardía?
Este hombre no tiene récord criminal alguno. Su delito es abogar por una Habana sin derrumbes: preocuparse por su gente. Y hace más de medio año que su familia no le ve con vida.
El hecho de que haya sido encarcelado por la dictadura lo valida aún más ante los ojos de la historia. No hay una sola persona de bien en mi país que en algún momento no haya sido molestada por las autoridades.
Portal es un anciano, y si se muere en la prisión —o si lo ayudan a morirse, como han estado haciendo— no habrá manifestaciones en su nombre más allá de los cubanos dignos que siempre hacen lo que deben. Su muerte no provocará un estallido popular, ni saldrá en The New York Times, ni en la CNN. Y mucho menos en los canales de la televisión cubana. Silverio ha sido condenado al ostracismo de la desinformación, y es un deber de cada uno de nosotros romper ese silencio para poder sacarlo de la cárcel.
Si hay algo que reconocerle a la comunidad afroamericana, es que sabe defender a todos sus miembros: no importa si son graduados de Harvard, o si acaban de salir de la prisión.
El gobierno cubano mantiene su rodilla sobre el cuello de Silverio Portal, y al mismo tiempo, sobre el de cada uno de nosotros. Blancos, negros, mulatos... todos hemos sufrido el mismo abuso. ¿Cuándo seremos capaces de defender —al menos— a los que sí se lo merecen?
(Agosto 31, 2020)