Resulta llamativo que varios de los artículos de este tipo, publicados y republicados en varios sitios digitales y hasta en la prensa plana, tienen muchos menos comentarios o aportaciones de internautas que aquellos que denuncian o critican nuestros males sociales. Y es que la deslegitimación absoluta que se hace en torno a propuestas, vías, formas o medios alejados de los extremos o que no macheen con su estructura sistémica —tanto de izquierda como de derecha—, no son atrayentes; y en verdad tienen muy poco que ofrecer porque nadie, con seriedad intelectual, puede objetar el poder salvador de la diversidad, la inclusión y la pluralidad a la hora de ofrecer soluciones a los variados, complejos, diversos y multicausales problemas que afectan a la sociedad actual. Endilgar el término de "tercera vía" a quienes por medios blandos quieren desmantelar el "statuo quo" en Cuba se me antoja incorrecto desde el punto de vista epistemológico y, por derivación, bumerang castigador; pues, podría constreñir y tal vez tender a descalificar el tan necesario ejercicio ciudadano que necesitan nuestros músculos sociales.
Tal presunción parte del hecho de que las acciones, relaciones, historia y vínculos de la mayoría (que toda generalización constituye gran equivocación) de quienes asumen y proclaman tal estrategia cambiaria nada tiene de “tercera vía”, es solo un nombre (táctica), para lograr el fin último; o sea, es el medio para, en el caso nuestro y de forma incruenta, lograr que la isla abandone totalmente su sistema socio-económico y político. De modo que tal postura no es una “tercera vía”, resulta solo otro medio para lograr un idéntico objetivo. Por tanto, denotar tal línea de pensamiento político con la gracia de “tercera vía” es aceptar el tropo lingüístico de nombrar ave al águila para disimular su rapacidad porque aves son también el zunzún, el tocororo y hasta el pingüino. Esta no es más —por los elementos antedichos al inicio del párrafo—, que un rodeo de la derecha para llegar a su destino.
Ahora bien, la pendular condición humana y en este caso política, incita a los extremos y muchos —tanto de izquierda como de derecha— creen a pie juntillas que quien no está con ellos está contra ellos, no creen en la “tercera vía”, mucho menos en una cuarta porque de manera maniquea entienden que hay o solo pueden haber dos posturas: la diestra y la siniestra. Tal falta de flexibilidad o de comprensión de la coyuntura histórica nos puede llevar a catalogar y concordar con los grandes centros de poder cuando acusan de comunistas a Michael Moore o al Papa Francisco; pues, para los primeros, la “tercera vía” es inexistente. Por esta analogía, entonces, el norteño y el argentino son comunistas disfrazados de humanistas y surge así el corolario de los extremos: ¡O conmigo con mis términos o contra mi!
Y es en este punto, al momento de privilegiar el esquematismo ortodoxo, la rigidez (para los asiáticos es muerte, la flexibilidad es vida) y potenciar la resistencia al cambio, cuando podemos iniciar un “contra sí” al etiquetear como voceros de una “tercera vía” y por derivación, representantes de la “derecha” anticubana, a quienes no aceptan los yerros, desatinos, voluntarismos y otras malas hierbas que laceran el corpus social cubano y proponen vías, formas, soluciones, caminos y hasta veredas para los problemas que desde el extremo izquierdo y con sus recetas no han podido ser resueltos.
Creo que hay mucho más de dos vías para resolver los ingentes problemas que hoy afronta la sociedad cubana heredados del capitalismo, el socialismo mutante de la URSS y países socialistas, de las dificultades generadas por el cambio climático o la agresión velada o directa de los verdaderos enemigos. ¿Es que acaso no hemos elegido otra vía para construir un socialismo diferente?, ¿qué elementos de la vía china o vietnamita se adecua a nuestros males y cuáles no?, ¿qué vías o caminos tomar o cuales desechar en un continente donde nos es más útil la historia de los Incas acá que la de los arcontes y polemarcas de Grecia?, ¿es que acaso el testamento político de Fidel Castro —el concepto de Revolución—, no resulta una “tercera vía” al socialismo fracasado en la vieja eurasia?
Finiquito este comentario con el decir de Gracián que, en mi opinión, se aparta de los extremos y del centro porque lo que busca es el necesario equilibrio; el cual, en nuestra vocación pendular, pocas veces podemos asir: "Pise firme y en el medio, aléjese de los extremos que todos son peligrosos".
Manzanillo de Cuba, 28 de junio de 2017.