Las flores como un nombre.
El gladiolo contra la gravedad, un girasol
Insomne.
Las flores como un nombre
Por decir.
Todas las flores el hombre.
O una mujer.
A la recta y la estructura
Prefiero yo la blancura
Del lirio,
Curva.
Esta rosa
Es
Asombrosa.
Su estructura viva
Que me acoge y me nombra.
¿Demasiado arriba?
Ahonda.
Me embriagaba el olor de no acabar.
Ebrio de un clavel, mi edad
Reciente: era natural amar.
Del infinito y la profundidad
Mojaba los pies en la orla del mar,
Borracho de un clavel de eternidad.
Hubo una dama de noche
En mi patio, con un derroche
De aroma en carne de blancura.
Hubo
Una densidad nocturna,
Como una alcurnia
Para todos.
Hubo una noche.
Minúsculo y en serie,
El coralillo es un tramo
Rosado
Y leve.
Aleve,
El coralillo es una enredadera que se extiende.
Verde y rosa y se atreve.
Mis claveles
Huelen.
Los del mercader son fríos,
Aleves.
Ha sido dañada la existencia.
La materia duele.
Pero en mi patio
Mis claveles
Huelen.
Se ha ido la violeta de los Alpes.
La sabana. El hambre.
En marzo se empina y
Abre
El estambre.
Es bella
La catleya.
Y de ella
Su bálsamo de vainilla
Mi carne sella.
El relámpago de la azucena
Siempre:
No cae, se eleva.
Impera.
Huele, vence.