Aunque era la física mi fuerte,
a la hora de escoger camino
sorpresivamente abracé letras.
En la palabra era el misterio
de volver la expresión un manantial:
entrelazar sentir y pensamiento
desafiando la soledad profunda.
Creo que de muchacho diste
una vuelta al contrario: ya poeta,
más te atraía el misterio de la física,
por amor de lo abstracto
zambullirte en la realidad en busca
de la lengua para expresar
una apremiante teología nueva.
Cada uno en su mundo,
queríamos despertar corazones durmientes.
Y entretanto Dios sonreía
ante la suma improbabilidad
de nuestro encuentro para unir las fuerzas
sobre el puente colgante entre poesía y ciencia,
sabiendo que lo lograríamos (con el tiempo)
en lo invisible: a la par forjados
con idéntico amor a la belleza.