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Poesía cubana | "Este es mi momento"

Tres poemas de Reinaldo Arenas en el 30 aniversario de su muerte ocurrida en el exilio, en la ciudad de Nueva York el 7 diciembre de 1990.

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El escritor cubano Reinaldo Arenas (1943-1990).

Voluntad de vivir manifestándose

Ahora me comen.

Ahora siento cómo suben y me tiran de las uñas.

Oigo su roer llegarme hasta los testículos.

Tierra, me echan tierra.

Bailan, bailan sobre este montón de tierra

y piedra

que me cubre.

Me aplastan y vituperan

repitiendo no sé qué aberrante resolución que me atañe.

Me han sepultado.

Han danzado sobre mí.

Han apisonado bien el suelo.

Se han ido, se han ido dejándome bien muerto y enterrado.



Este es mi momento.

(Prisión del Morro, La Habana, 1975)

 

Introducción del símbolo de la fe

Sé que más allá de la muerte

está la muerte,

sé que más acá de la vida

está la estafa.

Sé que no existe el consuelo

que no existe

la anhelada tierra de mis sueños

ni la desgarrada visión de nuestros héroes.

Pero

te seguimos buscando, patria,

en las traiciones del recién llegado

y en las mentiras del primer cronista.

Sé que no existe el refugio del abrazo

y que Dios es un estruendo de hojalata.

Pero

te seguimos buscando, patria,

en las amenazas del nuevo impostor

y en las palmas que revientan buldoceadas.

Sé que no existe la visión

del que siempre parece entre las llamas

que no existe la tierra presentida.

Pero

te seguimos buscando, tierra,

en el roer incesante de las aguas,

en el reventar de mangos y mameyes,

en el tecleteo de las estaciones

y en la confusión de todos los gritos.

Sé que no existe la zona del descanso

que faltan alimentos para el sueño,

que no hay puertas en medio del espanto

Pero

te seguimos, buscando, puerta,

en las costas usurpadas de metralla,

en la caligrafía de los delincuentes,

en el insustancial delirio de una conga.



que hay un enorme torrente de ofensas aún guardadas

y arsenales de armas estratégicas,

que hay palabras malditas, que hay presiones

y que en ningún sitio está el árbol que no existe.

Pero

te seguimos buscando, árbol,

en las madrugadas de cola para el pan

y en las noches de colas para el sueño.

Te seguimos buscando, sueño,

en las contradicciones de la historia

en los silbidos de las perseguidoras

y en las paredes atestadas de blasfemias.



que no hallaremos tiempo

que no hay tiempo ya para gritar,

que nos falta la memoria,

que olvidamos el poema, que, aturdidos,

acudimos a la última llamada

(El agua, la cola del cigarro).

Pero

te seguimos buscando, tiempo,

en nuestro obligatorio concurrir a mítines,

funerales y triunfos oficiales,

y en las interminables jornadas en el campo.

Te seguimos buscando, palabra,

por sobre las charlas de las cacatúas

y el que vendió su voz por un paseo,

por sobre el cobarde que reconoce el llanto

pero tiene familias… y horas de recreo.

Te seguimos trabajando, poema,

por sobre la histeria de las multitudes

y tras la consigna de los altavoces,

más allá del ficticio esplendor y las promesas.

Que es ridículo invocar la dicha

que no existe ‘la tierra tan deseada’

que no hallarán calma nuestras furias.

Todo eso lo sé.

Pero te seguimos buscando, dicha,

en la memoria de un gran latigazo

y tras el escozor de la última patada.

Te seguimos buscando, tierra,

en el fatigado ademán de nuestros padres

y en el obligatorio trotar de nuestras piernas.

Te seguimos buscando, calma,

en el infinito gravitar de nuestras furias

en el sitio donde confluyen nuestros huesos

en los mosquitos que comparten nuestros cuerpos

en el acoso por sueños y aceras

en el aullido del mar

en el sabor que perdieron los helados

en el olor del galán de noche

en la idea convertida en interjecciones ahogadas

en las noches de abstinencia

en la lujuria elemental

en el hambre de ayer que hoy hambrientos condenamos

en la pasada humillación que hoy humillados denunciamos.

En la censura de ayer que hoy amordazados señalamos

en el día que estalla

en los épicos suicidios

en el timo colectivo

en el chantaje internacional

en el pueril aplauso de las multitudes

en el reventar de cuerpos contra el muro

en las mañanas ametralladas

en la perenne infamia

en el impublicable ademán de los adolescentes

en nuestra voracidad impostergable

en el insolente estruendo de la primavera

en la ausencia de dios

en la soledad perpetua

y en el desesperado rodar hacia la muerte

Te seguimos buscando

te seguimos

te seguimos.

 

Dos patrias tengo yo: Cuba y la noche

Dos patrias tengo yo: Cuba y la noche.

José Martí

Dos patrias tengo yo: Cuba y la noche,

sumidas ambas en un solo abismo.

Cuba o la noche (porque son lo mismo)

me otorgan siempre el mismo reproche:

‘En el extranjero, de espectros fantoche,

hasta tu propio espanto es un espejismo,

rueda extraviada de un extraño coche

que se precipita en un cataclismo

donde respirar es en sí un derroche,

el sol no se enciende y sería cinismo

que el tiempo vivieras para la hermosura’.

Si ésa es la patria (la patria, la noche)

que nos han legado siglos de egoísmo,

yo otra patria espero, la de mi locura.

Reinaldo Arenas

Reinaldo Arenas.

Nació en Aguas Claras, Cuba, el 16 de julio de 1943. Más tarde su familia se mudó a Holguín, donde luchó contra la dictadura de Batista. Cuando ingresó en la Biblioteca Nacional conoció y entabló amistad con Piñera y Lezama Lima. Colaboró con la revolución hasta que, debido a la exclusión por su homosexualidad, optó por la disidencia. Su libro El mundo alucinante fue prohibido, y en adelante tuvo que esconder sus manuscritos. Otra vez el mar, que ocultó bajo tierra y en el tejado, fue hallado y destruido, pero lo rehízo tres veces. Fue encarcelado en la prisión de El Morro entre 1974 y 1976. En esta época escribió su autobiografía, titulada Antes que anochezca. En 1980 salió del país cuando Fidel Castro autorizó un éxodo masivo a través de Mariel. En Estados Unidos ofreció clases en la Universidad de Florida y fue nombrado profesor visitante en la Universidad de Nueva York. Colaboró en la revista Mariel desde su fundación en 1983 hasta su cierre en 1987. En 1987 se le diagnostica Sida, y el 7 de diciembre de 1990 se suicidó. En 2000 se estrenó la versión fílmica de Antes que anochezca, que dirigió Julian Schnabel, interpretado por Javier Bardem. Entre sus obras destacan: Celestino antes del alba (1969), El mundo alucinante (1969), El palacio de las blanquísimas mofetas (1980), El portero (1989), el ensayo Necesidad de libertad (1986), la autobiografía Antes que anochezca (1992) y la antología poética Voluntad de vivir manifestándose (1989).

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