La deforestación es uno de los grandes problemas que afronta nuestro planeta debido, entre otras cosas, a la intervención de la mano del hombre sobre la naturaleza.
La tala indiscriminada derivada de la producción de madera, el arrasamiento del Amazonas para reemplazarlo por monocultivos, los incendios forestales intencionados o fortuitos y la desaparición de ecosistemas son algunas de las causas por las cuales las zonas que eran verdes hoy son desérticas.
Una serie de proyectos han surgido para combatir este problema. Desde los 60 la conciencia ambientalista ha ganado terreno, y varios países y organizaciones han actuado al respecto.
La necesidad de plantar árboles parece ser un descubrimiento reciente, pero ya antes se hablaba de la importancia de esta práctica. La gente lleva mucho tiempo plantando árboles para repoblar los bosques.
En el siglo XVI, por ejemplo, los terratenientes ricos de Gran Bretaña y Europa establecieron plantaciones de árboles para suministrar madera para la construcción naval. En el siglo XIII, el rey Alfonso III de Portugal hizo plantar un bosque de pinos, conocido como Pinhal do Rei, para contener la invasión de las dunas de arena (y proporcionar madera para la marina real).
Antes aún, el Imperio Zhou, que gobernó China desde el 1100 a.C. hasta el 256 a.C., creó un servicio forestal específicamente dedicado a preservar los bosques naturales y replantar bosques talados.
Un ejemplo en América es la evidencia de que la plantación de especies domesticadas por parte de los pueblos indígenas influyó en la composición de la selva amazónica que conocemos hoy. Incluso se especula que la Terra Preta, el suelo ultrafértil del Amazonas, es la creación de los agricultores originarios.
Estos son ejemplos tempranos de plantación de árboles con el objetivo de suministrar algún servicio o producto. La plantación de árboles como medio para recuperar los bosques nativos funcionales es una iniciativa mucho más reciente.
La reforestación en términos de restauración ecológica es una ambición reciente para la sociedad occidental. Pero esta visión ha sido central en la agricultura de las comunidades indígenas durante miles de años.
Si bien la mitigación del cambio climático es el principal impulsor de muchas iniciativas de plantación de árboles, estos proyectos a menudo también tienen otros objetivos ambientales, como regular los ciclos del agua, detener la erosión del suelo y la desertificación, y restaurar el hábitat de la vida silvestre. También suelen tener objetivos socioeconómicos, como aliviar la pobreza y mejorar la salud y los medios de vida de las comunidades locales.