Lo cuenta él mismo, y hasta se eriza mientras lo hace. Confiesa que la llamada de un pastor desde Cuba, detuvo su mano vengadora a pocos segundos de firmar una demanda por “difamación, falsas acusaciones, daño a la imagen pública, daño a la compañía…” contra el dúo humorístico Los Pichy Boys y el actor Vladimir Escudero.
El presidente del partido opositor Somos+ elige imitar la compasión de Cristo y los perdona.
El propio Dios advirtió al pastor sobre la pelea que Eliécer estaba a punto de iniciar. Una pelea que lo apartaría de su “verdadero objetivo” y su “verdadera misión en la tierra”. Y pese a su poco saldo móvil, el pastor se apresuró a llamar al destinatario del mensaje divino, justo antes de que llegara a rubricar la demanda.
Es posible que ni Dios ni el pastor hayan actuado a tiempo para evitar que el dirigente del somosmasismo pateara su propia imagen pública y quebrara la confianza de muchos de sus seguidores en su lucha por la democracia en Cuba, además de asustar a unos cuantos con un arranque de narcicismo intolerante que los hizo pensar en las consecuencias que podría traer para Cuba que alguien capaz de armar pataletas tan parecidas a las del líder histórico de la revolución cubana, llegara al poder en un futuro.
Algunos aún no lo han descubierto, pero el señor Escudero tiene un programa humorístico que transmite desde el canal de Los Pichy Boys, llamado El Noticiero Combativo, donde hace un personaje que parodia a Rafael Serrano, el conocido conductor del Noticiero Nacional de la Televisión Cubana.
Durante una de las emisiones de este programa, el actor mostró unas fotos de un Eliécer Ávila muy joven, disfrazado de militar para algún evento conmemorativo estudiantil y, entre carcajadas, lo llama “soldadito de plomo”, se ríe de su “pinta de guarapito” y le pone el mote del que se han apropiado ya varios medios de prensa: “Cabo Malanga”.
Eliécer salta con una directa. Responde al imitador de Serrano con un discurso solemne, y a esto añadió una amenaza de demanda legal.
¿Qué molestó tanto a Eliécer? El propio Vladimir Escudero confiesa que no tiene idea. ¿La burla del “Serrano” a su caravana en Washington?, ¿que lo llamara “Cabo Malanga” y lo presentara vestido de militar?, ¿que lo calificara de guajiro pacotillero…?
Eliécer decide qué es humor y qué no lo es, y cuando el objeto de risa es él, no es humor. En este caso la broma es un ataque cargado de malas intenciones, con un guion claramente elaborado por la mano de la seguridad cubana, la cual, dicho sea de paso, ha convertido un país en un chiste, pero es incapaz de hacer humor.
Pero en este caso, es Vladimir Escudero el que comete el error inconmensurable al insultar a alguien que es distinguido por la comunicación expresa del mismísimo Dios, quien aún en medio de su atareo por salvar a la humanidad de la pandemia que la azota, vigilar los conflictos entre naciones, aliviar al mundo del hambre y gobernar el Universo, encuentra un momento para comunicarse con un pastor desconocido y solucionar un conflicto sin importancia entre un político intrascendente y un humorista que lucha sus frijoles. Hollywood nos hizo creer que eso solo era posible en New York.
Superstición e intolerancia pueden resultar un cóctel peligroso si se unen con el ingrediente del poder. Imaginen si el pastor, a pesar de lo reducido de su saldo, recibe otra comunicación divina en la que nuestro Creador le revele que el irascible líder de Somos+ es el elegido para conducir nuestra nación a su destino de grandeza o alguna tontería de esas.
Este incidente entre los humoristas y el político, ¿es solo un reflejo de la intolerancia enseñada al pueblo de Cuba desde las escuelas de cuadros del PCC, que desciende hasta el resto de los cubanos a través de las organizaciones de masas del país y se afinca en nuestra idiosincrasia como la herencia espiritual más palpable dejada por el fallecido Comandante en Jefe?
Aprender a soportarnos unos a otros y llegar a la adultez de una vez por todas son asignaturas que todavía tenemos pendientes, porque, si hacer un chiste sobre un opositor es debilitar y desunir más a nuestra endeble, dispersa y desorganizada oposición, es posible que tengamos "continuidad" para rato.