Iniciando una nueva semana los rostros que se movían por las calles habaneras se veían iluminados. La capital cubana luce tan clara desde este lunes, se respira otro aire. Y no es solo por las aguas traídas por la reciente tormenta tropical, es que el dueño de la garra que asfixia al país e impide su desarrollo económico perdió La Casa Blanca contra el candidato demócrata Joe Biden. ¡Y Cuba está de fiesta!
Vecinos del Comité de Defensa de la Revolución (CDR) donde se ubica la casa en que me hospedo marchan hoy con paso firme y mirada serena a comprar las siete libras de arroz, las cuatro de azúcar, las dos de frijoles y chícharos y la media libra de aceite per cápita que el estado generosamente les subsidia en las bodegas de barrio para el mes.
Se sienten protegidos. Los ojos que hasta hace una semana miraron al norte rencorosos, detrás de las manos suplicantes, hoy reflejan esperanza. Son los cederistas que desde temprano en la mañana engalanan sus cuadras para celebrar el triunfo de la democracia en los Estados Unidos.
Los emociona que, aunque al compañero presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez los nervios lo hicieran felicitar al reelecto primer ministro de San Vicente y las Granadinas y obviar la victoria de Joe Biden, este domingo rectificara su negligencia y publicara un tuit anunciando su esperanza de una relación bilateral “constructiva y respetuosa de las diferencias” con EE.UU.
Gerardo Hernández Nordelo, héroe cubano del que ya les contaré en otro momento y Coordinador Nacional de los CDR, ofreció su apoyo a la creación de los primeros Comités de Defensa norteamericanos y puso su experiencia a disposición del nuevo inquilino de la Casa Blanca.
Por su parte, Bruno Rodríguez Parrilla, Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, manifestó en privado su esperanza en la construcción de un eje político que alinee a los Estados Unidos, Cuba, Irán y la República Popular Democrática de Corea.