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"Ha llegado la hora de romper los miedos". Entrevista al escritor y periodista Jorge Olivera

El escritor y periodista cubano Jorge Olivera.
El escritor y periodista cubano Jorge Olivera.

Preso político en 2003 luego de la llamada Primavera Negra de Cuba y Premio Nacional de Literatura Independiente de Cuba en 2014 (Vista Larga Foundation), pese a ello, Jorge Olivera Castillo es de esos opositores cubanos que para algunos pasa inadvertido. Primero, por su modestia, y segundo, porque su decencia e integridad moral le han impedido entrar en mezquinas disputas políticas.

Su formación ha sido empírica y su labor transita por el periodismo, la literatura y la música. Su batalla intelectual y artística no ha sido con la finalidad de escalar en la política, sino de lograr la plena libertad de su patria.

Pero, como todo cubano adoctrinado desde nacimiento, reconoce que durante un tiempo creyó en los ideales de la Revolución cubana, hasta que, en la adultez, comenzó a tomar conciencia y a cuestionarse su realidad. Es entonces cuando emprende una búsqueda de respuestas a las interrogantes a través, fundamentalmente, de su padre, Rolando Olivera Sardiñas, quien había sido preso político entre 1967 y 1970.

Fue un proceso acumulativo de desencantos, desesperanzas y frustraciones. Llegó al convencimiento de que todo había sido una falsa, de que no había futuro dentro del esquema de la dictadura. “Pero una cosa es estar descontento ―declara― y otra es decidirte a dar el paso de enfrentar públicamente eso, porque representa una serie de consecuencias demoledoras en términos de alienación social, de pérdidas de empleo, o de ser rechazado por familiares y amigos”.

Desde 1983 trabajaba en la televisión cubana como editor. En 1992, año en que la crisis económica del país se acentuaba, decide entonces abandonar el país. Con un grupo de amigos construye una rústica balsa con madera y cámaras de ómnibus, y se lanzan al mar por Santa Cruz del Norte. Fueron atrapados por los guardias costeros a unas doce millas de Cuba y regresados a tierra. Hoy reconoce que aquello fue una locura, que seguramente habría muerto en la travesía.

Esta simple osadía era suficiente para ser marcado de por vida como desafecto al gobierno. Si bien no fue expulsado de su centro de trabajo ―debido a consideraciones hacia su persona por ser veterano de la guerra de Angola― sí fue degradado y vigilado. Decide entonces renunciar a su puesto de trabajo por temor a mayores represalias o a que intentaran expulsarlo inventándole algún delito laboral, algo muy común en la práctica del régimen cuando ha querido desacreditar a los disidentes. 

“Muchas personas dirán que esa decisión no fue política ―dice hoy el periodista― pero es que la política está en todo”; y en Cuba, “es el trasfondo de todo”.

 

LA RUPTURA

“Pasé mucha hambre”, cuenta Olivera. Llegó incluso a trabajar de estibador en una empresa estatal para poder ―malamente― alimentar a su familia. Poco después llega al periodismo independiente, en 1995, año en que se crea un movimiento articulado de periodistas independientes y de agencias de prensa en varias localidades del país.

Pero ello no fue un paso impulsivo. Desde hacía tiempo mantenía contacto con el gremio y en 1993 se había integrado al sindicato independiente denominado Confederación de Trabajadores Democráticos de Cuba, como secretario de Divulgación y Propaganda.

Muchas fueron sus dudas, pues la Isla atravesaba por un Período Especial con graves consecuencias para la economía cubana. Actos de repudio y arrestos arbitrarios estaban a la orden del día y la represión a los opositores era mucho más cruel e impune.

Aunque se considera un amante de la palabra y conocedor del periodismo televisivo, reconoce que en estos años aprende a ejercer el oficio de manera empírica. El periodismo independiente le dio la posibilidad y la libertad de desarrollarse profesionalmente y, más aún, de sentirse orgulloso de su trabajo. Desde la agencia Habana Press denuncia y da a conocer al mundo la realidad cubana.

En estos años hacer periodismo independiente en Cuba era realmente una labor titánica. Cuenta Jorge que, para comenzar, no existía el internet e inicialmente trabajaban gratis. Para divulgar las informaciones llamaban por teléfono a Miami y leían las noticias. Muchas veces la Seguridad del Estado les cortaba la comunicación y debían entonces trasladarse a otro lugar desde donde pudieran hacer nuevamente la llamada. Más tarde lograron hacer algunas transmisiones por fax o por teléfonos analógicos; pero la mayoría de las veces debían pasar horas intentando burlar las interferencias del régimen para hacer llegar la información completa.

Así se mantuvieron por varios años hasta que en marzo de 2003 el gobierno cubano organiza una redada sin precedentes en el país. Entre los días 18, 19 y 20 son apresados 75 disidentes, entre ellos más de 25 periodistas independientes, incluido Jorge Olivera, quien fungía, desde 1999, como director de Habana Press.

 

LA CÁRCEL

Para Olivera fue una sorpresa. El día 18 allanan y registran minuciosamente su casa y la de su mujer, Nancy Alfaya. Relata que en ningún momento le explicaron el motivo del arresto. Lo trasladan a la sede de la policía política en Villa Marista y lo colocan en una celda tapiada junto con tres presos bajo investigación por narcotráfico. El espacio en el que se hallaban los cuatro hombres medía 1.50 x 2 m. Era tan pequeño que todos no podían estar de pie a la vez. Contaba con cuatro planchas de metal que hacían de camas, dos a cada lado y una encima de la otra en forma de literas, agarradas a la pared con cadenas, las colchonetas las daban a las 6 p.m. y las recogían a las 6 a.m. Al fondo se hallaba el baño turco. La luz permanecía encendida las 24 horas del día. En esas condiciones estuvo unos 35 días, en interrogatorios y en espera del juicio.

Quince años le fueron impuestos en virtud de la Ley 88 de Protección a la Independencia Nacional y la Economía de Cuba, más conocida como Ley Mordaza. La misma pretende “tipificar y sancionar aquellos hechos dirigidos a apoyar, facilitar, o colaborar con los objetivos de la Ley Helms-Burton, el bloqueo y la guerra económica contra nuestro pueblo, encaminados a quebrantar el orden interno, a desestabilizar el país y liquidar al Estado Socialista y la independencia de Cuba”. Su único delito fue decir y denunciar la realidad cubana.

Olivera tuvo contacto con su abogado apenas 10 minutos justo antes del juicio. Poco después, y hallándose en la prisión de máxima seguridad de la provincia de Guantánamo, le comunican que su condena había subido a 18 años. Nada pudo ―ni podía― hacer. Todo estaba premeditado y ordenado desde las altas esferas del gobierno.

En “El Combinado”, la prisión provincial de Guantánamo, estuvo unos 8 meses en celdas de aislamiento semitapiadas, en las que solo ubican a los presos como castigo, y sin ver la luz del sol. Cuenta que, en estas condiciones, es que comienza a escribir. La literatura fue su refugio y medio de escape.

Luego de 20 meses y 18 días es liberado. La justificación: una licencia extrapenal. La verdad: la presión internacional por las violaciones de derechos humanos contra los 75 disidentes apresados durante la Primavera Negra de Cuba.

 

LA CONVICCIÓN FRENTE AL ASEDIO

Una vez fuera de la prisión, comienza a perfeccionar su literatura y a publicar sus poemas y cuentos. Pero la represión y el asedio del régimen no se atenuaban. Por eso optó por el exilio. No obstante, el gobierno no le permitía salir del país y, cuando lo hicieron, alrededor del 2009, le advirtieron que no podría volver a Cuba. Se trataba de un destierro forzado. Jorge no aceptó esta condición y decidió quedarse.

Siempre hay temores, pero “cuando hay convicciones y se hace una labor sincera, uno logra dominarlos”. Aclara además que no busca poder político. Su batalla es simplemente luchar por que se respeten sus derechos humanos y los de todos los cubanos que han vivido y viven en dictadura.

No es hasta el año 2016, como parte de la apertura política entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, que le permiten salir del país para una beca de Scholars at Risk, en Harvard. Era un permiso de salida por una única vez. Pese a los atropellos del régimen, a que toda su familia estaba en el exilio y sabiendo que probablemente no le permitirían volver a salir, luego de casi dos años, Olivera regresa a su país.

“Extrañaba hasta los baches en las calles de La Habana”, declara este poeta enamorado de Cuba. “Vivir en un país desarrollado y extrañar esto parece una cosa de locos ―añade― pero, sinceramente, yo quería volver a caminar por estas calles aunque no tuviera un medio en el bolsillo”. Desde entonces, vive preso en la Isla. 

 

LA LITERATURA Y LA MÚSICA

Aunque Jorge Olivera se reconoce a sí mismo un escritor tardío, pues comenzó a escribir en su madurez, cuenta con varias publicaciones en su haber, tanto de cuentos como de poemas. Entre sus libros: Huésped del infierno (Aduana Vieja, España, 2007) y Antes que amanezca y otros relatos (Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina, CADAL, Buenos Aires, 2010). Otros de sus textos están inéditos.

Para él la literatura es un acto de exorcismo, una herramienta para canalizar sus impresiones y vivencias acerca de la vida y la sociedad que le rodea. Sus referentes literarios son, fundamentalmente, los norteamericanos Walt Whitman y Edgar Allan Poe; y los cubanos Raúl Rivero y Manuel Díaz Martínez.

Habla con pasión de la literatura, pero, como todo poeta y romántico, posee varias facetas artísticas. Una es la literatura y la poesía; la otra es la música.

Se considera un músico frustrado. Aunque en su juventud estudió piano, nunca se pudo dedicar a ello. Como forma de liberar esas aspiraciones, en el último año ha estado confeccionando un disco con temas escritos, cantados y musicalizados por él mismo. El álbum Delante de las espadas, muy influenciado de la música norteamericana de los ‘80, se estrenará en los próximos meses.

 

EL ARTE CONTRA LA DICTADURA

“Estamos viviendo en un régimen totalitario ―explica el escritor―. Y una cultura sana y de calidad no es compatible con ese estado de cosas con las cuales hemos vivido durante tanto tiempo”.

De igual manera, para él, la politización o ideologización extrema ha terminado lastrando la creatividad de los artistas e intelectuales cubanos. Y aunque existen muchos que no se han prestado para ello, opina que estas circunstancias político-sociales han propiciado que el arte y la literatura cubana actual no sean sanas.

Manifiesta que es muy difícil ser artista o escritor y enajenarse de la situación en que vive el país: “Llega el momento en que tienes que definirte, porque es imposible vivir en una mentira, con miedo y con imposiciones ideológicas”. Los más valientes, a lo largo de estos 60 años, se han enfrentado a la dictadura y eso les ha costado la censura e incluso la cárcel. Cita, como ejemplos, a María Elena Cruz Varela, Raúl Rivero, Manuel Díaz Martínez y Ángel Santiesteban Prats.

No obstante a la represión y el peligro, en los últimos tiempos han surgido varios grupos de artistas, la mayoría de ellos jóvenes, que han decidido enfrentar directamente a la dictadura. Para Olivera se trata de un momento de nuestra historia en que las nuevas generaciones han tomado mayor conciencia de la situación de Cuba, tienen otras perspectivas y ansían su propio espacio de emancipación dentro de la Isla.

En estas nuevas circunstancias han influido significativamente las nuevas tecnologías, algo que no tuvieron las generaciones anteriores. “Y este enfrentamiento de esta nueva generación de artistas se irá incrementando ―asegura―. El gobierno quiere mantener la misma política de hace 60 años. Eso es imposible. Llegará el momento en que si no se viabiliza una reforma, si no se toma en cuenta una apertura realmente integral y sostenida, se va a terminar en hechos violentos”.

No se trata de chovinismos, pero, según Olivera, en este nuevo contexto, como en otros de nuestra historia, los artistas e intelectuales son protagonistas o al menos, factores de cambio significativos. “A través de la historia, los movimientos más importantes de cambio o transición hacia la democracia se han generado desde estas esferas”.

En Cuba ha sido muy similar, uno de los ejemplos más paradigmáticos fue la Carta de los Diez, encabezada por el grupo Criterio Alternativo. Los 10 firmantes de esa carta eran intelectuales de renombre, que en 1991 decidieron dar a conocer su inconformidad con algunas políticas del gobierno y pedir reformas.

Actualmente existen varios grupos de artistas que, de alguna manera, han enfrentado el sistema totalitario cubano. Entre ellos se hallan: Demóngeles, el Movimiento San Isidro y el Club de Escritores y Artistas de Cuba (CEAC). De este último, Jorge Olivera y Ángel Santiesteban son presidente y vicepresidente respectivamente.

“Y todo ello está dado por esa necesidad espiritual de libertad creativa y de expresión de los artistas e intelectuales. Y la dictadura nos tiene miedo por eso”, asevera Olivera. Han visto cómo estas nuevas generaciones de artistas “a pesar de las arremetidas y actos brutales de la policía política, se mantienen firmes. Y eso es una señal de que son otros tiempos. Son personas que están dispuestas a ir a la cárcel y a enfrentar al poder sin importarles mucho las consecuencias”.

Sobre el CEAC, su presidente comenta que se proponen un trabajo serio que busca la inclusión, la transparencia, dotar a los escritores y artistas cubanos de promoción, espacio y defensa de sus obras, y también de su integridad intelectual y física.

“El miedo se puede vencer, nosotros no somos robots”, aclara quien desde joven ha luchado contra él. “Este es un compromiso señala y ha llegado la hora de romper los miedos y las cadenas, de definir el camino a escoger. No podemos continuar bajo la mentira y la doble moral, bajo toda esta podredumbre que ha dejado el modelo comunista en Cuba. Y en esa transición los escritores y artistas debemos estar a la vanguardia”.

  • Leer también en Árbol Invertido: Poesía de Jorge Olivera.

 

Camila Acosta Rodríguez

Periodista camila Acosta.

(Isla de Pinos, 23 de junio de 1993). Periodista e Investigadora. Ha trabajado como Periodista en el Canal Habana. Instituto Cubano de Radio y Televisión. Ha realizado dos documentales audiovisuales: uno sobre la Masonería en Cuba, y otro sobre las Hijas de la Acacia (rama femenina de la Masonería Cubana). Por estos trabajos obtuvo el reconocimiento de la Academia Cubana de Altos Estudios Masónicos, en diciembre del año 2017. Ha colaborado con Periodismo de Barrio y El Toque, y otros medios como OnCuba y Cubanet. Labora además como Especialista en Comunicación del Club de Escritores y Artistas de Cuba (CEAC).

Comentarios:


Pedro Benítez (no verificado) | Lun, 07/10/2019 - 04:11

Felicidades Camila.

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