En 2016 Neo Club Ediciones publicó Ghetto, un poemario irreverente en casi todos los sentidos, cargado de una energía desmitificadora. Más recientemente, nuestra editorial volvió a publicar la obra de José Alberto Velázquez en la antología Tres tristes cubanos y un gato feliz, esta vez en compañía de otros tres importantes poetas residentes en la Isla: Frank Castell, José Luis Serrano y Carlos Esquivel. A propósito de estos descubrimientos, hice a José Alberto cuatro preguntas que él ha tenido la gentileza de contestar.
Cuéntanos sobre tus inicios en la literatura. ¿Qué te impulsó a escribir y cuáles fueron tus primeros textos?
Probablemente, junto a la mucha simpatía entre la literatura y mi persona, debe existir alguna dosis de graciosa actitud y de neurótica aptitud: siempre escribí de todo y lo mismo: diarios-poemas; novelas-manifiestos; cuentos-sermones. Textos-yo. El primero a los siete años. Un viaje a Holguín en el cual no pasó nada decente, y sustituí la realidad con lenguaje. En otras palabras: mentí como un cosaco estructuralista, y en la escritura lo he seguido haciendo hasta hoy. En Ghetto, publicado por Neo Club Ediciones, y en todos los que están por venir.
Define o menciona brevemente, por favor, aquello que los lectores descubrirán, o conocerán, a través de tus libros.
Mi fe protestona en el Dios protestante. Mujeres desnudas y amables. Mujeres que, una vez vestidas, desaparecen. Mi patética vida municipal. Una esposa y dos hijos. Esta patria que me quieren prestar unos tipos ahí que no saben que ya es mía. Mis inmejorables amigos. Alcohol y tabaco ad libitum. Seres dotados de talento y elegancia que se pudren en cirrosis hepática y cáncer. Conmoción, otra vez y otra vez, ante el sexo femenino: hermoso, arduo, dulcemente maldito a ratos, ojalá no cambien, es decir, se vistan.
Menciona tres autores o libros que consideres fundamentales o que te hayan inspirado o influido durante tu trayectoria creativa.
Los que considero más fundamentales a los efectos de la pregunta: los tres públicos adultos: Cortázar, Bolaño, Cormac MacCarthy. (Los tres íntimos adolescentes: Tolkien, Anatole France, y Robert Graves). Y ahora mismo: Jorge Volpi, ese fenómeno.
¿A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, estamos a punto de descubrir que la vida es literatura?
Desde siempre. Pero en el caso de algunos escritores cubensis, quienes levitamos lejos de los círculos de poder, la cosa resulta mucho más complicada. Es decir, nada de Internet, cero posibilidades de viajar al exterior, y la bendita información es una señora a la que no acabamos de conocer. Lo bueno es que muchos de nosotros, si no somos valientes, por lo menos nos la gastamos de obstinados. Escribimos lo que somos: una nueva versión del heroísmo que no acaba de cuajar, pero qué importa.