Hace tantos años, que no alcanzan los dedos de varias personas para contarlos, existió en Cuba un tipo de fiestas llamadas guateque. De forma espontánea los guajiros sacaban sus taburetes; los que sabían tocarlos, descolgaban el tres o el laúd, y sin más promoción que un par de gritos que sorteaban entre las casas y los matorrales, comenzaba el convite.
Cuentan que esas fiestas eran el alma de la nación. Ya no existen más. Ahora, salvo en eventos muy específicos, desaparecieron las canturías con aquel candor que les hacía únicas. Es uno de los más tristes cadáveres de la Cultura Cubana.
Ramón Espinosa Falcón (Quivicán, 1937- Ciudad de la Habana, 2009), quien bebiera de esta savia, se convirtió más tarde en uno de los poetas cubanos de mayor populariad no solamente por la gracia con la que interpretaba sus décimas sino por aquella capacidad que poseía para responder de manera ágil y certera los pies forzados o los retos que le lanzaban sus admiradores.
Tanto así que el primer sobrenombre que le dieran en su pueblo natal fuera “El Relámpago de Quivicán”. Al llegar a la Televisión Cubana fue bautizado como “El Profesor Espinosa”, nombre con el que ganó notoriedad.
DesdeEl Torniquete es un placer proponer estas tres joyas, décimas humorísticas nacidas de la agilidad poética del gran improvisador.