Lía Villares, guitarrista, compositora, escritora, artista audiovisual y artivista, pudo haberlo tenido fácil en Cuba. Pudo haber sido trovadora al estilo de Sara González, Silvio Rodríguez o Raúl Torres. Pudo elegir ser una artista comprometida… con lo que el gobierno cubano considera correcto estar comprometida. Quizás, pudo haber sido bajista de un grupo de salsa o de pop. Pero prefirió serlo del censurado Porno para Ricardo.
Pudo haberse dedicado a escribir para ganar concursos hasta conseguirlo, haber creado obras aptas para ser expuestas en las Bienales (oficiales) de La Habana. Quizás hoy a sus 35 años sería una (aún) joven y multifacética promesa de las artes y la literatura cubanas (no incómodas para el poder). Pudo haber escondido la cabeza como el avestruz ante la realidad, haberse quedado calladita para verse más bonita. Pero prefirió crear el blog hechizamiento habanémico hebdomadario, más conocido como habanemia, que se define como “un blog irreverente, pornopolítico, análquico, antiserio y underground” entre otras cosas; protestar contra el decreto 349 y promover el NO contra el ¿Referéndum? Constitucional, y el Plebiscito propuesto por Cuba Decide.
Villares es de esas personas con las que no vale desgastarse, derrochar saliva, razonar, porque es incapaz de escarmentar por cabeza ajena, como debió, tras presenciar por primera vez un acto de repudio, organizado contra el escritor y periodista independiente Reinaldo Escobar. Pero tampoco las detenciones, amenazas, el allanamiento de su vivienda y viajes frustrados que sufrió en carne propia la convencieron de portarse bien.
Durante el registro sorpresa realizado el 2 de febrero de 2018, la contrainteligencia militar cubana robó información privada de Lía y del también artista Luis Trápaga, así como todo el material de la serie documental “Arte libre vs censura totalitaria”. Dentro de la serie, logró salvarse “Mínimo Gorki”, gracias a una memoria flash enviada por correo postal a la NYFA de Los Ángeles, que rebotó.
En esta guerra de desgaste contra un poder despótico e inescrupuloso, capaz de violar incluso las leyes que ha creado, a quienes osan salirse del rebaño, les quedan como opciones permanecer en Cuba y cuando más “inmolarte y hacer huelga de hambre detrás de los barrotes”, perecer durante la huelga (o en otras misteriosas circunstancias) o exiliarse y “ser parte del mercado libre y así no depender de ninguna institución para recaudar fondos o tener recursos”. Entre esas opciones debió elegir Lía.
Después de que la Seguridad del Estado violara en repetidas ocasiones su derecho a la libre circulación, reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en la Constitución Cubana, amén de otros atropellos, viajó a Estados Unidos el 12 de mayo de 2018.
De haberse portado bien, lo hubiera tenido fácil en Cuba y aún estaría allí (O no. Pero podría regresar y volver a viajar sin problemas). Quizás entonces no le habría interesado conceder una entrevista a una revista independiente (O sí, pero solo tras dejar claro que no quería hablar de política). Pero hablar con Lía es hacerlo con una persona de fuerte proyección política, aunque considera que no se ha radicalizado más en el exilio y pese a que las actuales circunstancias de su vida la hacen “enfocarse más en las relaciones humanas que en los fanatismos”.
Más allá de lo que se proponga y pueda hacer fuera de Cuba, resulta inevitable pensar que cada opositor, periodista independiente o simplemente artista incómodo para el poder que se va, y logra así salvar su integridad física, su libertad y su futuro, de paso le da por la vena del gusto al gobierno, que poco a poco logra deshacerse de quienes disienten y además se atreven a expresarlo.
“LA INSATISFACCIÓN SE HA CONVERTIDO EN EL ESTADO DE INERCIA COTIDIANO DE LOS CUBANOS”
En una entrevista concedida a Havana Times (HT), contaste que, a los 18 años, en 2002, firmaste el Proyecto Varela, sin saber bien el riesgo. ¿Por qué lo hiciste? ¿Se debió solo a la influencia de amigos vinculados al periodismo independiente, como Jorge Alberto Aguiar, y los materiales que ponían a tu alcance, o ya, a los 18 años, tenías suficientes motivos de insatisfacción con el estado de cosas en Cuba, para firmar ese proyecto?
El Proyecto Varela llegó a mis manos por la vía de Jorge Alberto Aguiar (JAAD), que entonces escribía para Cubanet y se conectaba desde La Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana (SINA), me imagino que de ahí salía toda la información, como la revista Encuentro, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, etc. Yo recuerdo que los talleres literarios de JAAD (yo tendría 15 o 16), se ponían calenticos y luego él era el novio de mi hermana, así que era de la familia. Con él me nutrí de textos filosóficos super claves para entender la política moderna, aunque siempre hay que recordar lo peligroso que puede ser que un filósofo se meta en la política.
Considero que a esa edad era super inmadura en materia de derechos humanos. Pero firmé porque era un acto temerario y porque el texto parecía justo, aunque en el fondo no entendiera mucho de lo que ahí se decía. Luego, conociendo a Gorki, y a Ciro, fue que me involucré de lleno en esos temas, y por ese entonces (2008) circulaba otra vuelta del Proyecto y ya conocíamos y colaborábamos con personas que ayudaban a los presos políticos y llevaban registros de violaciones de derechos humanos. Bien salpicada de todo es que pude ver con claridad y no usar calificativos como despótico, tiránico y totalitario sin estar convencida de lo que representaban.
Pienso que tiene que ver directamente con las influencias, las lecturas, las personas de determinado ambiente y contexto cultural, etc., el que uno se interese y se involucre en esa zona roja de lava hirviendo, a la que normalmente las personas huyen espantadas y advierten al resto, multiplicando el temor. Y naturalmente, los ambientes más elevados de temperatura son bien vigilados, penetrados y controlados hasta que el gobierno los disuelve y los vuelve zonas neutrales.
Insatisfacción hay en todos los estratos. Dudo mucho que un militar cubano no sienta insatisfacción con el Estado. Yo creo que tuve insatisfacción desde la primaria, y tenía que ver con las condiciones de vida, sobre todo con el transporte y la alimentación. Yo tenía que moverme de Luyanó al Vedado con un desayuno precario y una merienda simbólica. De vuelta, a la noche en horario de invierno, recuerdo que los cucuruchos de maní de la primera parada de la ruta 23 detrás del Habana Libre era lo que me mantenía hasta llegar a la casa, habiendo pasado por el viacrucis del viaje, que se repetía cada día.
La insatisfacción también se ha convertido en el estado de inercia cotidiano de los cubanos. Concluir que todo es una mierda como justificación pesimista inmovilizante que no deja avanzar a nuestra especie. El cubano tiende a auto marginarse y a esperar lo peor sin hacer mucho, o peor, a acatar lo que venga sin cuestionarlo.
¿Qué te llevó a emigrar finalmente y cuál es tu estatus migratorio en este momento?
Pienso que es una evolución lógica el irse. Aplazado por unos y experimentado por otros que deciden regresar, pero es algo que la madurez exige. En mi caso me obligó la presión constante de la dictadura, la persecución, las detenciones, las prohibiciones de salida, las prohibiciones de hacer alguna actividad en la casa que involucrase público, las amenazas de todos tipos y finalmente el registro domiciliario, donde perdí buena parte de mi vida. Yo me siento expulsada de mi país. Es imposible, sicológica y físicamente, mantener una vida normal en esas condiciones, más allá de la miseria material y espiritual en la que se halla sumergida la isla y sus habitantes. Yo además tenía una relación a distancia con mi pareja actual, el padre de mi hija y entonces había cierta presión por ahí también. Al final pienso que fue eso, una decisión madura. Y no le resto mérito al que decide quedarse a resistir lo irresistible, lo anormal, a sacrificarse por un montón de ingratitud y el juicio constante sin piedad que viene del de afuera. Pues resulta que afuera se vive sin piedad, literalmente.
Yo no pedí asilo político. Estoy aplicando a la Ley de Ajuste Cubano como cualquier persona que se pase un año y un día en territorio estadounidense. Mi estatus actual es de "alien" (Alien Registration Number) que quiere decir que no soy ciudadana americana. Y seguiré siendo “alien” cuando me llegue la residencia después del año y unos meses que llevo aquí, aunque tenga que pagar los taxes, que para eso es el permiso de trabajo.
En la entrevista que te menciono en HT, afirmas también que “mucha gente desde el exilio ha hecho y dicho más que los que resisten tras las rejas”. ¿Qué puedes hacer tú? ¿Continúa siendo una prioridad para ti la libertad y los derechos en Cuba? ¿El hecho de ser emigrante y enfrentar los retos de la adaptación y la subsistencia, en un país donde la vida es cara, no hace que las prioridades cambien?
Pues, reitero lo dicho. En Cuba como mucho puedes inmolarte y hacer huelga de hambre detrás de los barrotes; o intentar pasar inadvertido, sin penas ni glorias, aunque te arriesgas al máximo también sin reconocimiento ni visibilidad internacional. En el exilio puedes ser parte del mercado libre y así no depender de ninguna institución para recaudar fondos o tener recursos. Es increíble como todos los venezolanos tenían tarjetas de crédito mientras que los cubanos no. Esa independencia económica que parece poner tan nerviosos a los mafiosos aferrados al poder, es posible de este lado. Desde adentro son trabas y más trabas y al final todo va a las arcas del poder, a una cuenta en Suiza o al yate del cumpleañero de turno. Las últimas medidas comprueban el saqueo al que vive sometido el pueblo cubano y al que parece querer dejarse someter todavía por quién sabe cuánto más tiempo, e incluyo en esto a las familias de los rehenes, que siguen manteniendo ese estado de cosas con tal de que los suyos no pasen hambre, pero es que al final la pasan igual, con o sin remesa, porque el tirano aprieta todo lo que puede y las víctimas parecen estar acostumbradas en un síndrome de Estocolmo colectivo.
Y qué puedo hacer yo y todos los que nos fuimos es la pregunta del millón de dólares. Pues eso, tratar de hacer dinero propio y entonces ver y empoderar a los que todavía quieren hacer algo. Ser independientes económica y mentalmente es como veo que nos podemos sacar la dictadura de arriba, ese lastre ominoso, para que nuestras futuras generaciones vivan más libres. Los cubanos vivimos en dictadura mental: primero hay que liberar la mente y así evolucionar. La vida es más cara en la opresión, pienso. El mundo "libre" te obliga a evolucionar constantemente, nada permanece igual por mucho tiempo y siempre se va para adelante: las oportunidades sobran y no hay tiempo para la queja o la congoja, siempre infértiles.
“CREO QUE LA VIDA ES DURA EN CUALQUIER PARTE Y ASÍ DEBE SER”
Eres músico, escritora, artista audiovisual. ¿Puedes vivir del arte en los Estados Unidos o al menos insertarte en el mundo artístico?
En Cuba yo no podía vivir de ninguna expresión artística. Hay artistas censurados que venden justamente por eso. Introducirse en el mercado del arte es difícil en cualquier parte. Aquí también. Pero muchos artistas se lo han propuesto y viven hoy en día de su trabajo artístico. En ninguna parte el artista del montón ha podido sobresalir y vivir de pronto de lo que hace. Hay que trabajar mucho y hacerse de un nombre y es con el tiempo que puedes crear una marca que se venda y conseguir hacer capital. Pero siempre hay posibilidades de avanzar, mientras en Cuba todas las puertas están cerradas para alguien que se opone frontalmente al régimen.
Creo que la vida es dura en cualquier parte y así debe ser. Nadie lo tiene fácil. Yo intento hacer una tienda-marca disidente: tropikaldystopia, que visibilice la falta de derechos de los cubanos, pero no necesariamente regodeándome en el drama.
Eres muy política en tu proyección y en tu producción artística y literaria. Incluso el haber sido bajista de Porno para Ricardo, para mí es un acto muy político. Ahora estás en un país donde también se violan derechos humanos, donde no todos los solicitantes de asilo político lo obtienen, donde la situación para los emigrantes es difícil. Me pregunto si esta nueva realidad ha afectado de alguna forma tu visión del mundo y de paso, por supuesto, tu producción artística. (Cuando digo afectar, no quiero decir necesariamente de manera negativa).
Bueno, de solicitud de asilo político no sé mucho porque como te dije antes no es mi caso. Y ciertamente no creo que los Estados Unidos sean violadores de derechos humanos a la par de las dictaduras que los denuncian como tales. Se han vuelto el blanco de los peores dictadores justamente por defender la democracia. Aunque el señor Donald tenga sus vetas pronunciadas de dictador en potencia, no creo que esta nación se convierta nunca en una Cuba o en una Corea del Norte. No tiene mucho sentido la comparación y las dictaduras simplemente señalan al que las ataca, mientras ellas aprovechan para machacar más a su propia gente. Lo que ha afectado mi realidad es tener un bebé y no me imagino teniéndolo en la isla. He pasado trabajo como cualquier emigrante, y he extrañado mucho a la familia que se queda, porque debe ser parte esencial de la nueva vida y esa separación siempre es forzada. Ahora estoy más enfocada en esta recién llegada personita y en que sus primeros tres años de vida tengan toda la calidad y todo el amor posibles. Y es una tarea a tiempo completo.
“AHORA, LOS CANTANTES DEL CASTRISMO PARECEN SER LA COSA MÁS SERIA…”
Lía, tú vives ahora en el exilio, aunque por tu edad o cualquier otra razón puedes no compartir visiones y modos de hacer con el exilio histórico o simplemente con el resto del exilio en Miami. Eres además una persona con una proyección muy política; en Cuba, te enfrentaste al Decreto 349 y sufriste las consecuencias. Debes estar al tanto de la situación que hay en Miami, donde muchas personas están pidiendo que se suspenda la visa de artistas a los que se considera comprometidos con el régimen cubano (Buena Fe, Gente de Zona, Descemer Bueno y Haila, entre otros). El concierto que esta última tenía previsto ofrecer en Miami se suspendió a petición de muchos cubanos en Miami y previamente le fue cancelado uno en las Vegas. Además, hay incomodidad con los artistas que se niegan a hablar de política y condenar abiertamente las violaciones de derechos humanos que se cometen en Cuba. ¿Qué opinas tú de todo esto, siendo cubana, artivista y viviendo ahora en el exilio?
Si se entiende como radical tener una proyección política fuerte, entonces no me he radicalizado mucho más de este lado del mar. He estado más atenta a las relaciones humanas que a los fanatismos. Nadie puede obligar a nadie a que se retracte o rectifique, o haga una declaración pública donde se disculpe con el pueblo —entiéndase cubanos—, ese mínimo gesto que pienso sean las cosas que esté buscando el exilio histórico, si no está dejándose llevar únicamente por el odio, más allá de que la aplanadora de Vigilia Mambisa pueda ser vista más como performance artístico y hasta humorístico. Las leyes en este país se respetan demasiado y a nadie le van a quitar la residencia a menos que haya cometido algún crimen. Y, cantarle a la piedra o rendirle a la corte tirana puede no representar nada acá, donde la libertad de expresión es una de las más veneradas y defendidas. Para los cubanos del exilio, esos cantantes pueden ser cómplices del régimen y hasta militantes del Partido, y eso ya sí sería un crimen verificable que puede ser investigado (pienso en Buena Fe, etc.). En Amazon puede haber ahora mismo una camiseta del asesino del Morro y no porque la gente lo denuncie van a retirar el producto de la venta. Y esos cantantes rendidores son un producto más. Me vienen a la mente todos los que nos criticaron por denunciar el 349 en vez de hablar de cosas más serias como tumbar a la dictadura. Bueno, pues ahora, los cantantes del castrismo parecen ser la cosa más seria…
Lía no desea terminar la entrevista sin agradecer a quienes la han ayudado en el proceso de obtención de la residencia, especialmente Alina d’ Omni, quien, el día de su cumpleaños hizo un crowdfunding personal para reunir los 1225 que cuesta (sin incluir el chequeo médico). Otros amigos ayudaron, pero prefieren permanecer en el anonimato.