Francis Sánchez, a partir de qué momento usted como escritor comenzó a conocer y tener vínculos con el Frente de Afirmación Hispanista de México? ¿Cuáles fueron las vías que le proporcionaron este contacto?
Nosotros sabíamos muy poco o casi nada de lo que ocurría fuera de Cuba. Eran aún los difíciles años 90. Y se hizo el milagro, cuando apareció en nuestras vidas el FAH, institución que vino hacia nosotros como un heraldo de la poesía y nos distinguió con el don de la amistad. En 1998 se publica un gran libro, la Antología cósmica de ocho poetas cubanas, donde se incluye a Ileana Álvarez.
Nunca supimos cómo llegó exactamente el primer libro publicado por Ileana al Frente, su Libro de lo inasible, que había obtenido el premio Fundación de la Ciudad de Santa Clara, pero, cuando vinimos a darnos cuenta, allí estaba la lectura y revaloración de sus versos juveniles amplificados en una gruesa y hermosa selección que tuvo muy buena acogida internacional. Para la presentación del libro en México, una vez que Fredo supo que éramos un matrimonio de jóvenes poetas, el FAH me invitó también, junto con Ileana. Era la primera vez que salíamos juntos del país, detrás dejábamos por unos días a nuestro primer hijo recién nacido. Entonces conocimos de cerca a una de las culturas madres de América, estuvimos en lugares maravillosos, y descubrimos además toda la dimensión de una institución regida por el amor a la sabiduría. En lo adelante nunca dejé de recibir noticias buenas del Frente, sistemáticamente sus valiosas ediciones, la revista Norte, las antologías, y los estudios de Fredo Arias. Sólo puedo estar agradecido, porque el Frente nos ha hecho pertenecer, como a muchos otros autores de Hispanoamérica, a una red viva y muy amplia de seres animados por la luz de la poesía.
¿Qué particularidades distinguen su obra que la han situado como parte integrante de los valores artísticos de la hispanidad?
Creo que uno de los valores de mi obra que me han vinculado siempre con el Frente es el interés por la tradición cultural que compulsa la expresión poética desde la mayor intimidad, es decir, la comprensión de que la lengua del poeta forma parte de un tejido misterioso que se conecta con personas, lugares, hechos y obras existentes a lo largo de siglos, todo eso que sustenta el proceso de la hispanidad, y que a través de la voz de la poesía tales presencias siguen hablando, actuando, por lo que cada poeta realiza o actualiza siempre y en cada poema su tradición, su comunidad de ancestros tutelares. La comprensión de esa dimensión ontológica de la historia de la expresión, significa en mi caso, como también lo es para el Frente, investigar, promover, hacer antologías y estudios analíticos, organizar y jerarquizar el acervo literario al que pertenezco y que me define.
¿Cuáles son los elementos de la cultura cubana que se reflejan en su obra?
Uno de los rasgos más típicamente cubanos presentes en mi obra, quizás sea la expresión en décimas, así como la unión entre este y otros elementos de la cultura popular con mis formas de decir y preocupaciones menos ortodoxas. La décima, dígase malara, espinela, etc., en todas sus variantes, ha sido una cápsula maravillosa capaz de condensar las fronteras culturales del mundo hispano, y el Frente ha tenido el gran mérito de hacer un acto de fe por esta estrofa con la publicación de selecciones y estudios, desbrozando viejos mitos y hasta creando otros nuevos, y apoyando a algunos de sus principales cultivadores e investigadores. Yo preparé, a solicitud de Fredo Arias, la Antología Cósmica de la Décima de Ciego de Ávila (2002), primera investigación de este tipo realizada en este territorio, y que abrió paso a una serie de selecciones regionales que luego cubrirían el mapa cubano.
¿Considera que su obra ha tenido la influencia de las voces clásicas hispanoamericanas en su quehacer literario?
Sin duda ha sido así. Voces clásicas hispanoamericanas deben fluir como corrientes vitales por el fondo de mi palabra poética mientras yo tenga algo que decir y pueda decirlo, porque con muchas de esas grandes voces aprendí el lenguaje y empecé a nombrar o conjurar un mundo extraño que me rodeaba y otro que bullía en mi interior. Quevedo, Góngora, San Juan, Sor Juana, y muchos de esa gran familia de monstruos hispanos, habitaron la casa de mi infancia y me abrieron los primeros misterios.
Desde su labor como escritor cubano, ¿se siente integrado a la creación artística hispanoamericana?
Sí, claro que me siento integrado a la creación artística hispanoamericana, aunque digno es de aclarar que ello sucede más por el diálogo con la literatura clásica, con los “doctos libros”, porque “vivo en conversación con los difuntos”, no porque me codee entre una actualidad literaria internacional ni con una élite activa ni mucho menos, pues en este sentido estoy más bien aislado, muy desconectado. Pertenezco, eso sí, a una comunidad selecta de intelectuales unidos por el trabajo arduo y el cariño en torno al Frente. No me quejo de nada respecto a mi aislamiento, porque es el costo que he debido pagar en mis circunstancias, donde para ser invitado “a la fiesta” hubiera tenido que flirtear con ministros, ideas o dogmas que no comparto. Precisamente el Frente ha significado, para mí, una de las pocas alternativas de pertenecer a una familia cultural legítima.
¿Podría hacernos una valoración de la labor del FAH de México en cuanto a la promoción y difusión de escritores y artistas en Cuba y en Hispanoamérica en general?
La labor editorial del Frente ha sido, como yo la veo y la he disfrutado por años, una suerte de prodigio. Quizás en Cuba, por eso, durante algún tiempo sentí que muchos no “creían” la existencia real de una persona como Fredo Arias, porque realmente visto desde aquí adentro parece alguien “increíble”, y algunos trataban de imaginarse siempre segundos intereses o mezquinas intenciones detrás de su bondad ilimitada y su vivir para la poesía. No es de extrañar, los cubanos hemos sido durante mucho tiempo traumatizados por un clima de malas relaciones a partir de un materialismo atroz que nos ha inoculado el veneno de la envidia o el rencor. La llegada de Fredo Arias, su paso por la cultura cubana, repartiendo tanto sin pedir nada a cambio, sin aceptar nunca ni que le digan “gracias” —una condición que suele imponerle a amigos y afines—, es algo inusitado que la mayoría disfrutamos como una suerte de milagro, aunque siempre habrá alguien que no consiga aceptarlo, porque sencillamente él está rompiendo los moldes. Sistemáticamente llegan paquetes postales con libros, discos, casetes, revistas, llegan a veces abiertos, pero llegan, y traen literatura, eventos, conciertos, conferencias, y un sinfín de vivencias preciosas. Quisiera destacar, por ejemplo, la reimpresión de clásicos de las letras nacionales, ediciones facsimilares de antologías como Parnaso cubano (1881) y Arpas cubanas (1904), entregadas gratis a un gran número de instituciones y personas a lo largo del país. Para investigadores que vivimos en el interior de Cuba, donde las bibliotecas están casi desiertas, mientras no existe posibilidad de acceder a las fuentes que se hallan en La Habana —además, el trámite es tan engorroso, casi policial—, esto ha traído un beneficio inmenso. El FAH le ha estado transfundiendo sangre a la cultura cubana, de primera calidad y de manera desinteresada, el resultado no es otro que alegría y vida.
La labor editorial del FAH tiene como su principal exponente la revista hispano-americana Norte. ¿Podría hacernos una valoración de los aportes literarios y no literarios (extraliterarios) de esta publicación con relación a la preservación de la lengua española?
La revista Norte es tan culta c omo su director, Fredo Arias, así que en sus páginas concurren autores, literaturas, descubrimientos bibliográficos y registros poéticos de una zona muy vasta y heterogénea de la historia y la geografía que pertenecen al dominio de la lengua de Cervantes. En la revista Norte se produce lo único que le hace falta a la identidad hispanoamericana determinada por esta lengua, para seguir viva: diálogo real, discusión sobre los elementos medulares que estimulan la necesidad de expresión literaria, como lo son el fundamento del sueño, la necesidad de la belleza, la importancia de la verdad y la memoria, y de ese modo esplende el idioma por su propia fuerza humana, cuando una revista como Norte se mantiene centrada en aspectos esenciales y exquisitos de la vida que laten en las palabras. Es una revista cuya “actualidad” resulta intemporal, donde están avecindados Platón, Shakespeare, Juana de Ibarbourou y el poeta más o menos joven de Cuba, por ejemplo. Las líneas de selección y unidad de los textos vienen prefijadas por el contenido literario, los arquetipos poéticos, el lenguaje, y eso es muy sano en medio de la superchería que suele abarrotar los mercadillos culturales contemporáneos.
Según su criterio ¿cómo ha influido la realidad cultural cubana actual con respecto a la creación artístico-literaria en el ámbito hispanoamericano?
El FAH, cuando yo era tan joven como que tenía un solo libro publicado, ya me dio a conocer en el ámbito hispano, editando una selección de mi poesía que circuló por muchos países: Antología cósmica de Francis Sánchez (2000). Y, como yo, otros autores cubanos, conocidos y menos conocidos, han tenido la posibilidad de que su obra se distribuya en un circuito amplio, me consta que con estas ediciones sucede lo que todo autor desea y pocas editoriales consiguen: cada título llega a los cuatro puntos cardinales. La literatura cubana ha sido privilegiada en ese sentido, en un acto de amor del FAH con la isla de Heredia, Martí, Casal y Lezama, por la diversidad de autores dados a conocer con sus libros y, sobre todo, en compilaciones que suman un buen número. Por cierto, no creo que antes ni después se haya editado nunca un muestrario tan abarcador de nuestros poetas, desde los orígenes hasta el último minuto, como la Antología de la poesía cósmica cubana, en tres tomos, que el Frente publicó entre los años 2000 y 2002, y en la que colaboré con gran gusto. Sólo lamento no haber podido cumplir o concluir un gran encargo de Fredo, en que trabajé durante años: el "Diccionario de la Poesía Cubana", que debía complementar en extensión y minuciosidad a esta antología. Fui víctima de mi propio entusiasmo que me hizo ambicionar un Diccionario demasiado completo y exhaustivo, ni siquiera limitándome sólo al Índice de la antología citada, y, cuando vine a ver, había pasado precisamente demasiado tiempo... A cada rato me sorprendo tratando de reabrir ese proyecto del que me cuesta trabajo desprenderme. No obstante, la poesía cubana se explica por sí misma como el mayor aporte quizás de Cuba, resultado de partos dolorosos. Aunque no creo que este país sea ombligo del mundo, contrario a lo que algunos piensan, tampoco es un oscuro rincón, y algo de la “teleología insular” lezamiana pervive en la realidad indudable de que las condiciones de la isla han creado un microclima especial para la literatura de ficción, la poesía es el gran género literario de Cuba, y ese va siendo un afluente continuado de nuestra lengua, como lo apreciaron antaño Lorca, Juan Ramón Jiménez o María Zambrano en sus momentos de comunión con esta isla.
¿Cuáles fueron las características, en su opinión, por las cuales su obra fue escogida por el FAH para la publicación de la misma?
No puedo tener la certeza de qué elementos en particular, entre otros, hicieron que el FAH se fijara en mi obra, a medida que nos relacionamos. Creo que fue por el conjunto de la misma, es decir, porque quizás esta obra trasunta la seriedad con que me he mantenido desvelado, viviendo y escribiendo, dialogando con la tradición, desde el primer momento en que asumí el riesgo infinito de la expresión. Es cierto que el trabajo de Fredo Arias se centra en la búsqueda de la autenticidad poética a partir del estudio de los arquetipos, los símbolos cósmicos y las imágenes que revelan una serie de traumas congénitos que forman parte de la base de la vida.
Teniendo en cuenta que esta institución ha concientizado el sentido identitario en los habitantes de los países de habla hispana, propiciando así una mayor solidez espiritual dentro de nuestro bloque cultural. ¿Cree usted qué el FAH de México ha recibido la promoción y el merecido reconocimiento en Cuba?
Definitivamente el FAH no ha tenido en Cuba el reconocimiento oficial que se merece, pero ese es a la larga el menos importante de los afectos, y sé que nunca lo ha necesitado ni buscado. Sin embargo, me consta que, entre los actores verdaderos de la cultura, que no son los funcionarios encargados de la logística y siempre ocasionales, sino los escritores, los investigadores y los críticos, la mayoría nos sentimos profundamente agradecidos al FAH y a su presidente. Conozco que más de una persona ha tratado de influir para que se le confiera alguna distinción oficial, como una forma de devolverle algo en lo particular a Fredo, pero por suerte es tan verídico como desconcertante el hecho de que este hombre vive para darse, no necesita nada, él es quien pone las medallas y lo hace a los “héroes” de las letras con la entrega cada año del premio “José Vasconcelos”, además se rodea de poetas y no de tribunos. La labor del FAH en Cuba ha sido más anónima por ese altruismo, pero también más auténtica, y si no ha recibido mayor acogida oficial se debe a que ha estado precisa y completamente desligada de lo material o político, volcada sobre la literatura y las personas de carne y hueso que la realizan.
¿Cuál es el legado, según su criterio, que ha dejado el FAH de México para Hispanoamérica y en especial para Cuba desde su creación hasta la actualidad?
El legado del Frente no es nada abstracto ni tema de especulación, sino muy material, y basta para conocerlo con reparar en una estantería donde se reúnan todas sus ediciones, su infinidad de obras literarias y estudios publicados a lo largo de los años. Por suerte, esas estanterías existen, son muchas y están en todo tipo de instituciones, en universidades, en bibliotecas como la de mi ciudad, en mi casa y en las de una gran cantidad de personas. El FAH lega un trabajo de laboreo espiritual inmenso, una obra colectiva levantada sobre el tiempo de un individuo dotado de inteligencia, devoción a las letras y piedad, y, desde él, esta obra se sostiene gracias a una cofradía de defensores de la hispanidad. El Frente ha creado una comunidad poética, intelectual, de hombres y mujeres que comparten la patria de un mismo idioma y se mantienen en un abejeo permanente, trabajando, en contacto entre sí, atraídos por la miel de la poesía y hermanados por una serie de arquetipos que en efecto nos acompañan desde el origen de los tiempos y el lenguaje.
Por último, ¿le gustaría agregar algo más?
Larga vida al Frente de Afirmación Hispanista, a la hispanidad, a la poesía, a la verdad y al amor... valgan esas sutiles redundancias.
(30 de mayo de 2015)