CONJUNCIÓN
Has entrado en la novela
que según piensas es la vida mía
para cerrarla en hermosura y gozo
(continuarla en esmero y lentitud):
hasta expandirla más allá, seguro.
Del tiempo no me hables: todo es poco.
Su intimidad el cosmos la confía
como en el lecho conversando
allí donde entrañable y legendario
una misma sustancia se atribuyen.
Confiándose inquietudes bajo el cielo
se aúna el pensamiento en las estrellas.
RAPSODIA SOBRE EL MILAGRO ‘MARINA’*
Escúchame tú, tejedor de signos,
hombre que rezas o deliras: desde joven
fe has tenido en el mundo no visible
que requiere inmersión apasionada.
Quizá he vivido siempre en el castillo
en que hablas de traducir el sueño
a leves signos, aun sabiendo que
nada natural es naturaleza:
la construcción del gran Encantador
cuya imaginación sin vínculos
(gloriosa e infinita)
que suele avergonzar a casi todos.
No hay nada malo con temblar de gozo
y perder incertezas: maravilla
pavorosa aprender a desligarse
de las reglas ajenas.
Amor que es un mundo, un universo:
no hay nada más que valga goce y lágrimas.
Adhesión sobrehumana: alegría
trágica de condenados a muerte.
Guardián del tiempo tú y del misterio,
vidente príncipe Johan, así
en tu cuento saboreo la lengua
que de siempre me expresa, y por eso
la palabra legendario aflora
en sentido que la honda realidad
de espectral hermosura finalmente
se junta con la trama de la vida.
Cierto: no hay errores de destino
tras abordar el ángulo del alma
donde el tesoro espera
junto a la clave del misterio.
Traspasar los confines galopando
o sentados en lo alto de la Torre
del mar de eternidad será lo mismo.
Albor de danza, el tiempo interpretamos.
LENGUAJE DEL MILAGRO
(Poema eslabón con Legendario ‘entanglement’)
De un transparente tul parecería
el velo que lo envuelve
pero es sacado en vez del mismo mármol
que el Cristo. No hay alquimia:
solo hay un gran amor entre los dedos,
esmero, arte y paciencia
infinitos. Así el poema
en que el lenguaje se asemeja a un velo
traslúcido y sutil, por más que siendo
destilada pasión de nuestro ser.
DECIR LO QUE SE QUIERE
QUERER LO QUE SE DICE
En los días de Pisa y Nápoles
cerca de ti algo de extraordinario
me sucedió: mirando atrás
todo lo dicho y hecho coincidía
de forma totalmente afín
con lo que quería hacer y decir:
sentía ser quien soy, sin grietas.
Y parecía imposible tamaña integridad.
Quizá por eso ahora siento
un desgarrón desconocido:
en el sentido más profundo, exilio.