Pues sí, mi querido Bécquer,
volvieron las oscuras golondrinas,
en realidad nunca se fueron,
duermen bajo el balcón de todos los artistas,
y si son escritores…
bajo sus camas,
anidan en los teléfonos pinchados,
en los micrófonos,
en el cuño del burócrata,
en el amigo culeco
que resultó tener un agente 007
escondido tras el abrazo,
en las cámaras que nos vigilan desde arriba
como el “Gran Hermano”
(en nuestro caso el “Gran Abuelo”)
pero esta historia es periódico old school
las oscuras golondrinas
son los mercenarios de siempre,
tienen mil cuerpos,
mil caras
y un solo destino,
sus mujeres les pegan los tarros
por pasarse el día detrás de nosotros,
somos sus amantes imposibles,
ellos no practican el budismo
pero reencarnan
una y otra vez y otra vez y otra vez y otra…
son los mismos…
que persiguieron a Lezama
en la caza del antílope,
que le quitaron a Virgilio,
las ganas de templarse un negro,
que pusieron Arena (s) en la boca de Reinaldo,
y para qué hablar de la serenata de Padilla
frente a las estrellas de la UNEAC,
el joven Silvio les llamó:
“…los perseguidores de cualquier nacimiento…”
fin de la cita,
son los mismos…
que abrieron un quinquenio gris
por falta de materia gris en el cerebro,
que transformaron la casa de Carilda
en un manicomio
a ver si la devoraban
los fantasmas y los gatos,
que explotaron
el corazón de Servando
porque sus cuadros
tenían alma de pene,
adoran los eufemismos,
clavan músicos en la tierra
de culo al sol
y luego les llaman:
¡la generación de los topos!
ponen una ametralladora
llena de balas
en manos de la CULTURA
y la obligan a jugar a la Ruleta Rusa
en ese juego
han caído
raperos
skaters
grafiteros
proyectos independientes
las dos caras del teatro…
incluso
les han construido
un cementerio
de lo más bonito
para que sus cadáveres
sonrían a la cámara
¡bienvenidos a la fábrica del arte!
… y así, mi querido Bécquer
ha continuado la cosa,
año tras año,
censura tras censura,
parametración tras parametración,
calabozo tras calabozo,
exilio tras exilio,
hasta el Decreto de hoy,
pero OJO
son los mismos
las oscuras golondrinas
y
los mercenarios de siempre
cuando mueren
renacen parecido al fénix
no
de sus cenizas
sino
del excremento
de los gusanos
que se los comen.