TEORÍA SOBRE LA BELLEZA
La belleza no cabe
en un trozo de papel
sí en los ojos. Como ajustar
el enfoque de una lente
por detrás.
No en la punta de la lengua
más allá.
Cabe en el aire
al abarcar el ser.
Puede asirse la belleza
en silencio al reposar el cuerpo
desde atrás, en eso de ser
atesorar lo que haya sido
y bello es.
La belleza habita en la oscuridad
el don que nos fue dado oculto
la cáscara que se quita
lo bello es un fin vacío de principios
nace en el último tramo del próximo deseo.
La belleza abraza la luz de la muerte
o desata la nebulosa de la vida.
PLENITUD
Al amparo del árbol de la sabiduría india
en la letanía impasible de la tarde
con los brazos abiertos y las palmas al cielo.
Vuela una mariposa
y su impudicia
modesta síntesis de mundo en los ojos.
Templar belleza
mirando bajo las arrugas
la longitud de la nariz
el bosquejo del aliento
los pliegues de las orejas
hasta dejarla ir.
ENTERA
De boca en boca
del alimento al beso
recodo en la palabra.
Dar de comer
entregar
entera desde esta inmensidad
y finitud
desde mí
en el mundo.
Todo
desde esa boca que espera
el mordisco
desde esa otra boca
que concierta y se funde en esta.
Casi nada, ínfima
desde el cosmos
que —también— mide
se desboca.
DESPOJADA
Cálida noche desde un marco
verde el árbol, la noche negra
el mar que se oye gris.
Despierta porque nada abriga
solo ella, los ojos dentro
la memoria en alguien
que se quiere morir.
Verde la noche
ella negra
dentro gris.
CANSANCIO
Deberíamos morir todos así, de golpe
y clava su lengua de acero recién afilado
justo en medio de la médula de mi noche.
Sostengo el cansancio entre temblores
y ella sigue —cándida y cruel—
tejiendo su día:
lo que queda de una enferma que aún respira
aunque quiera dejarse ir
que los restos de su madre sepultados años ha
deben ser cremados
que la muerte, la vida, la muerte.
Algo tenue, umbilical, nos mantiene
mientras una voz frenética hila dentro mío
quien me dio la vida debería abstenerse
de mezclar banalidad
con cuestiones tan cruciales:
la noche y el cansancio.
TRASCENDENCIA
De noche soy luz que tintinea
entre las sombras.
De día fuerza
manos de madre.
El crepúsculo amalgama
esas que soy
pude
voy siendo.
Quizá
solo la muerte sepa
talle
qué trasciende.
ARRAIGO
Quizá sea un roble
con aroma a eucaliptus
cuyas raíces son ramas
que tanto anclan un fondo
como rozan una cúpula.
Exilios ciertos
ni hazañas tengo
la casa es campo de batalla
el cuerpo es la casa.
Alma
espíritu y vacío habitan en ella.
A veces en el silencio humeante
que presagia los sueños
me paro ante mí y pido.
Casi siempre me obedezco.
Alguna vez quizá plante un árbol
ahí donde mueren las palabras.
Por ahora me conformo con ser durazno
y que su piel desgarres, hija de una tierra
que tanto me crece como me carcome
rama de un tronco que se deshilacha lerdo
fruto del fruto de una y otras ramas
que crecen desordenadas, profusas.
Jardinera del desarraigo
quizá
alguna vez yo misma plante ese árbol.