YO VIVÍA EN EL CENTRO DE UN LAGO
Yo vivía en el centro de un lago.
En un extremo lloraban los vencidos,
en la otra margen se iba fundando el alba.
Mentían los presagios.
La vida, de secreto a secreto,
nunca exhibe la misma máscara.
Vivía en el centro de un lago
y me ahogaba antes de que amaneciera,
por eso hablo siempre en espejismos
y ya no pertenezco a ningún puerto.
Me hundía en las muchachas
y su penumbra para llegar a Dios,
aunque las hojas hiriesen sus vitrales.
Viví la fiebre de sus aguas,
una isla erigí después del miedo,
sólo a los inocentes les abriré la puerta.
INVENTARME EN EL VACÍO
En la balanza,
otros ojos definirán mi luz y mi tiniebla.
Mi propia nobleza fue la espada enemiga
y navegué muy solo,
sin poder elegir el arpa o el Infierno.
Qué denso es el camino de dos caras.
Si mentí, fue para inventarme en el vacío.
Si viajé sin llegar a la muerte,
fue para mí un misterio.
Vengo desde un pozo
adivinando el mundo entre la incertidumbre,
mientras un viejo siglo cruza
ante ese juez más sabio que es el tiempo.
ASÍ JUSTIFICAMOS EL TERROR
Uno se bebe el cielo cuando atardecen las ciudades, se desliga del mito y tensa otra figuración de la anarquía, que nos fragmenta al delinear la identidad en Juan o Pablo, el norte o el oeste. ¿Qué pensarán los otros cadáveres del mío?, si vamos camino a una densa estocada al trasegar los imperios que nos signa el espíritu, el peso de sus bajas profecías. Así justificamos el terror de trascender la oscuridad vivida, en bodas que traducen en cada lid algún significado: son muy breves las semanas del hombre.
A
los
marinos
no les alcanza
este desierto azul
para entrever a Dios como un deseo,
ni a mí para medir la soledad
de un hombre anclado.
SI SE ACERCARA EL FIN
Junto al cementerio toca una banda municipal,
las efigies de sus músicos
labran una oración bajo la arena
y en sus notas se fugan los domingos.
Si lloviese, la cruz sería culpable.
Si pasara un murciélago
y se acercara el fin,
ninguno de nosotros hurgaría en sus ruinas.
Entonces, ¿por qué negar el testimonio
de esos seres que aplauden
como si tañeran la única certidumbre?
Has sentido de golpe cómo pasan las horas,
ya nada probará cuánto has vivido.
Desunes estos naipes en que lo cuentas todo
y aún te aguardarán,
antes de ser la arena donde tocan los músicos.