Aunque la atraviesa la Carretera Central, que va desde la Autopista Nacional hasta la ciudad de Cienfuegos, Cruces, es un municipio perdido en el tiempo.
La frase popular “una vieja con colorete” no le pegaría en lo absoluto a un pueblo que se cae a pedazos: en las construcciones ―afianzadas aún pese al paso del tiempo― se nota un constante deterioro. Sin embargo, Cruces no solo empeora en su infraestructura, sino también evidencia una pérdida en sus tradiciones, que tanto enriquecieron la cultura y la vida de los pobladores de la región central del país.
El 23 de mayo de 1963, a petición de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), se funda en el “Pueblo de los Molinos” ―epíteto con el que también se conoce a Cruces― la comparsa Los Guaracheros de los CDR para representar, en cualquier encuentro político cultural, a la “mayor organización de masas del país”.
En sus inicios contaba con diez parejas de bailadores, cuatro faroleros y apenas doce músicos, pero luego se incrementaron dichos números. Su fundador, director y coreógrafo, Eduardo Morffi Maya, se las ingeniaba cada año para que “su comparsa” fuera la mejor de la zona; por cierto, una de las primeras fundadas tras el triunfo de la Revolución.
El colectivo fue representativo de las tradiciones autóctonas del pueblo en su momento, pues en la época republicana ya habían existido varias comparsas como fueron Las Trinitarias, Mambo pa Changó, Los Tiroleses, Las Estrellas del Ritmo, entre otros movimientos culturales integrados por crucenses de la clase media.
El Grupo Folclórico Obbati Obá, creado en los años cincuenta del pasado siglo, es otra de las agrupaciones que defienden las tradiciones del pueblo.
En aquella época un grupo de jóvenes se concentraban para bailar en Bembés o Fiestas de santos las danzas traídas por los negros esclavos a la Mayor de las Antillas, a quienes, durante los siglos de dominación española, se les dejaba disfrutar los días 6 de enero (por veinticuatro horas) los cantos y danzas de su tierra africana.
Por aquellos años de la República, la emisora radial CMHK, ubicada en el centro del país, apoyaba al talento artístico del municipio e invitaba a sus instalaciones a solistas y agrupaciones que defendían estos “géneros negros” para que demostraran al pueblo la riqueza de las tradiciones afrocubanas.
La directora actual del Grupo Folclórico Obbati Obá, María Victoria Lleonart, promotora cultural y que en sus inicios fue bailadora, trabaja aún por el rescate de dichas tradiciones crucenses.
La enorme presencia de negros esclavos en la zona hizo que se promoviera una fuerte veneración a Changó, orisha de la justicia, los rayos, el trueno y el fuego durante generaciones. Cruces, ubicado entre los municipios Palmira y Lajas, cuenta con un Cabildo dedicado a esta deidad afrocubana.
Changó sincretiza con Santa Bárbara. De ahí que la casa de Guadalupe Stable, en Cruces, alberga una historia riquísima sobre la veneración a la mencionada Santa. Allí se encuentra un altar dedicado a ella donde confluyen, todos los 4 de diciembre de cada año, decenas de peregrinos de la zona y de diferentes provincias del país.
La familia Stable comenzó a brindar el culto luego de que un carpintero se le acercara a Guadalupe para pedirle ayuda porque su esposa no engendraba hijos. Él le prometió que si se cumplía su deseo le tallaría a Santa Bárbara en madera.
Así narra la investigadora Bárbara Balbuena en su libro Las celebraciones rituales festivas de la Regla de Ocha (Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, 2003). Y es así es como la familia Stable venera en su cabildo ―desde hace más de cincuenta años― a la virgen milagrosa.
El periodista Esteban Tomás Sosa Muñoz, en su blog de WordPress, El Tintero Azul, cuenta cómo estas y muchas otras tradiciones han decaído o se han perdido a través de los años.
Aún recuerdo cuando mi mamá me llevaba por El Prado a ver a los guaracheros de Cruces arrollando con su conga, o cuando iba a la Procesión de Santa Bárbara que hacían por numerosas calles del pueblo, o el Tambor por la Paz que aún se realiza cada mayo en el parque de la localidad y donde baila Obbati Obá con majestuosa profesionalidad.
El apoyo de las principales autoridades no es algo de lo que los habitantes de Cruces se deberían vanagloriar. Falsas promesas han llevado a la desintegración o la poca implicación de un pueblo cada día más perdido en el tiempo.
En el caso de la Comparsa, varias son las causas de su paulatina desintegración. Algunos funcionarios abogan por problemas organizativos en su dirección. Sin embargo, comparseros y amantes de la tradición enfocan “el problema” en la falta de apoyo de las autoridades debido a las dificultades económicas y el poco interés en rescatar lo que fue un símbolo de la cultura en la zona… Así nos reseña Sosa Muñoz es su artículo titulado “¿Renacerán Los Guaracheros de Cruces?”.
También es válido aclarar que en muchas ocasiones el Partido Comunista de Cuba (PCC), no ha otorgado el anhelado permiso para realizar la Procesión de Santa Bárbara por las calles del pueblo, o que el Tambor por la Paz no ha contado con la logística necesaria para que todo salga según lo previsto. Estas agrupaciones culturales tienes necesidades materiales a las que el gobierno hace caso omiso en cada reunión de la Comisión de recreación del municipio.
Al parecer, los funcionarios pertinentes se han enfrascado más en lo que pueda producir cada campesino, o en el “sobrecumplimiento” de centrales azucareros, o en las producciones para realizar importaciones, o en la cantidad de aplausos que habría que dar cuando se gritan consignas revolucionarias.
Esto, sin duda alguna, ha llevado a que Cruces ―ese pueblo fundado entre líneas de ferrocarril, con suelos bañados de sangre por latigazos― siga perdiendo su cultura, sus tradiciones, y que sea conocido hoy solamente como el municipio que hay que atravesar cuando se va hacia Santa Clara por la Carretera Central… un terruño donde cada año hay “más justificaciones y menos presupuesto”.