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Alina Galliano, la poesía inagotable

Un ancla corroído
Imagen: Francis Sánchez

“yo existo fiel a mí” (Alina Galliano. Del tiempo y otras puertas)

La pregunta de José Lezama Lima “¿pero es la poesía sentido que se deshace al soplo que se extiende y ocupa, no en el espacio del sentido, sino en el movimiento endurecido, resistente, ente de lo temporal, con cuerpo por la ocupación de ese soplo?”1 parece hecha para Alina Galliano (Cuba, 1950). De esas irradiantes relaciones entre el soplo y el cuerpo, entre las formas que se deshacen y las que resisten, formas múltiples del ser en la temporalidad ilimitada, de todo ello nos habla su poesía.

Al postular una poética de la creación por el espejo de la imagen como imantación creadora que inscribe sus signos en el tiempo de las transmutaciones, la poeta participa de una tradición y, a la vez, la transforma, para dar vida a un universo transculturado donde se cruzan las más diversas culturas, pero cuya piedra angular es cubana.

La poeta cubana Alina Galliano en su juventud
La poeta cubana Alina Galliano en su juventud.

En su escritura, la mujer artista —figura autoral, personajes, lectores ideales— está a la busca de la antropofanía, encuentro consigo en un proyecto ideal de humanidad. Su poesía nos permite participar en un conocerse y hacerse, a partir del propio proceso de creación. Reúne, con su fuego creativo, los fragmentos de un orden poético personal y sus ilimitadas confluencias litúrgicas. Así su intento es tan fabuloso como el de un demiurgo que no solo deberá crear un mundo, sino también crearse a sí mismo.

En un universo estético de pasión por la elocuencia, de autocreación por la palabra poética en coordenadas culturales propias y universales, se constituye su discurso. Otro fuego a liturgia da a conocer los poemarios inéditos: Del tiempo y otras puertas (1980), La danza en el corazón de la esmeralda (1993), El libro (1995) Inevitable sílaba (2004) y Entre el marfil y el agua (2006) y Litografías a partir del aire (2006).

Portada del libro "Otro fuego a liturgia, de Alina Galliano
Portada del libro "Otro fuego a liturgia, de Alina Galliano

La poesía aquí reunida muestra en su progresión temporal, puesto que abarca más de veinte años de escritura, una elaboración cada vez más compleja de la materia verbal. Con la perspectiva de una geometría mayor inclusiva, donde los poemarios cobran diversas significaciones y fulguran, este libro nos propone diversas trayectorias de lectura: desde el memorialismo de la filiación y el paisaje en Del tiempo y otras puertas, a la metafísica ficcional de El libro y la original reescritura mítica, La danza en el corazón de la esmeralda, en un discurso ritual de celebración de lo femenino, hasta las opulentas visiones de los poemarios más recientes, en los que exhibe la plenitud de su estilo. Pero en todos, la mujer artista despliega su imaginación dialógica, forma mediadora por excelencia de la intersubjetividad y expresiva de la pasión comunicativa, razón de ser de este nuevo libro que da fe de los tiempos del oficio y, tal vez, puede ser leído como un texto único, compuesto por variaciones temáticas que interpretan el arte de amar y el erotismo, las fuerzas primigenias de la vida y las palabras, la trascendencia espiritualista y el culto a los sentidos.

Este es el libro de las transformaciones,

el umbral donde toda memoria

tiene que fabricar su propia huella.

(El libro)

 Formado por seis poemarios, Otro fuego a liturgia muestra su identidad compuesta y heteróclita, de fina trama. Cada poema es tejido por el sujeto discursivo abierto, en transformación continua y transmigrante. El sensualizado lenguaje, que es voz, movimiento, ritmo, emoción, elevación espiritualista, establece una continuidad estética que acoge la diversidad de motivos y tiempos creativos. En esa diversidad el yo inagotable, como habrá de definirse la mujer artista en el poema “I” de Inevitable sílaba, oficia a través del cuerpo amatorio, causa principal de su fluencia ilimitada. Con la palabra erotizada, hace nacer mundos, también el cuerpo del amor y del poema, comunicando espacios mínimos y magnos, donde proyecta su acción genésica. A partir de imágenes icónicas, en un primer nivel de significados, el sentido surge de los movimientos transgresivos, como viaje fundacional sin límites metafísicos.

La poesía configura al sujeto en una travesía espiritual. A modo de arcano, la forma con frecuencia críptica del poema, más que decir, convoca la multiplicidad del ser, a semejanza de un acto de magia donde el ritual simpático exorciza o hace acontecer, crea el efecto deseado a través de las palabras, de la materialidad de su sonido, también espiritualizado. De tal manera, la enunciación instaura no solo el espacio, sino también la temporalidad y dinámica del ser, el cual se representa especular y oscilante en su estatuto ontológico (¿soy el creador o el creado?) y epistemológico (¿cómo llegar al conocimiento del mundo, al mío?). El sujeto se configura como ícono metafórico, por tanto, de doble referencia: alude tanto a una figura humanizada que actúa, como también a la conciencia suprapersonal inclusiva de las múltiples formas del yo y proyectada libremente al tiempo potencial de los actos del amor, Eros Cognoscente, en el vuelo imprevisible de la imagen que hace acontecer lo imposible en la ficción poética.

Hago todo esto para poder entender tu lenguaje, para que nada tuyo

pueda serme secreto.

(La danza en el corazón de la esmeralda)

Como trabajo de filigrana es concebido cada poema, y el engarce en su poemario. Los significados viajan en la espiral sin fin de los significantes para componer un universo de palabras que vuelan y transmigran. El imaginario tan personal corporiza los sentidos y espiritualiza las sensaciones, amalgamados en el cuerpo textual, donde se espeja la vida, configurando la experiencia espiritualista y amatoria en afán unitivo, enemigo de cualquier tipo de dualismo.

El movimiento creativo se vuelca a lo interno, supone un viaje por el adentro que incluye la subjetividad y la matizada percepción del mundo, tanto intelectiva como sensorial, diseñando un círculo perfecto. Los espacios íntimos y cósmicos se conectan al ser recorridos por un sujeto erótico-místico que amorosamente avanza en el tiempo mítico de la poesía, cuya duración es el instante infinito. Pensando con Octavio Paz, pudiera decirse que el poema traza una línea que distingue el instante iluminado en la corriente temporal, un tiempo vivo, susceptible de repetirse siempre en otro instante, para crear “un mundo completo en sí mismo, tiempo único, arquetípico”.2

Se transforman las dimensiones temporales y espaciales en las imágenes visionarias de la poeta. La concreción del cuerpo, de sus órganos, se expande en una dialéctica de lo pequeño y lo grande, de lo circunscrito y lo trascendente. Y me gustaría evocar ese oído-cosmos de Alina Galliano, metáfora viva que parece contener las hazañas del lenguaje barroco, cuando al trenzarse y multiplicarse realiza, verbalmente, su plenitud. Así aparece en el poema “VIII” de Entre el marfil y el agua en el que toma cuerpo simbólico un oído-lenguaje “donde deliberadamente se fabrica el ahora”, tiempo arquetípico de la poesía en el que pueden encontrarse “alquimias de lo líquido, exquisitez en vivo/ marinerías en vértigo, caracoles, caballos/ femeninas destrezas”, catálogo de maravillas tan propio de la imaginación barroca.

Despertando el azogue a letal de su espejo

para tocar la furia de abrazar en barroco

(Inevitable sílaba)

Compuestos los poemas como espectáculo de los sentidos, la elocuencia fluye de palabras artificiosas que dicen y ornamentan, además aluden a lo indecible. A semejanza de la forma fugada de la música barroca, las variaciones conforman el poema y cada poemario en una progresión constante que explora semejanzas y diferencias, para devenir experiencia en movimiento. El poema funciona por adición y suplementos de significados. De esta manera, cada tentativa de dar forma, cada estación del viaje poético tematizada supone una posibilidad expresiva que, a su vez, habrá de ser transformada, reinterpretada.

Los textos de Alina Galliano se encadenan en una evidente continuidad discursiva dentro de su variedad. Analogías imprevisibles, antítesis proliferantes, ornamentación en delirio, sinestesias, metáforas desaforadas, figuras evanescentes de un universo en formación perpetua, símbolos oscuros y diáfanos que cohabitan, imaginería críptica y no menos transparente, mutaciones de texturas y escalas, magnificación y minimalismo, enumeraciones prolíficas y catálogos, extrañamientos y singularizaciones, multiplicidad especular y laberíntica, ambigüedades proliferantes, afán arquitectónico y orquestal, imágenes visionarias, correspondencias, simbiosis y metamorfosis de todo tipo, pudiera ser un elenco, necesariamente inconcluso e incompleto, de las formas principales del tejido verbal de una poesía de la conciencia y los sentidos, cuya dinámica fluye en espiral.

El barroquismo transhistórico de su poética, diferenciado del manierismo neobarroco más entregado a la desconstrucción caótica y la mimesis paródica, apunta hacia las visiones del barroco histórico, la riqueza de la metáfora y el concepto, celebrados en las lecturas tempranas de sor Juana Inés de la Cruz y Santa Teresa y presentes en toda su poesía. En este barroquismo, habría que destacar las síntesis amerindias y negras africanas, caudales de nuestro sincretismo, por tanto, centrales en las nociones del barroco de Carpentier y Lezama, y que resultan intertextos principales de En el vientre del trópico (1991-1994) y La danza en el corazón de la esmeralda (1993), poemario inspirado en la mitología náhuatl, que ahora va al encuentro de sus lectores.

Su poesía rinde culto a la emocionalidad sensualista romántica, dialoga con el simbolismo no descriptivo de la emoción, sino de actualización poética, hace suyas las asociaciones insólitas del surrealismo, cree en la capacidad genésica de las palabras y practica la mirada insólita. A esta genealogía compuesta pertenece Alina Galliano con una poética personal de recreación barroca cada vez más elaborada y visible si acompañamos su trayectoria creativa, filiación que la inscribe en constantes espirituales de la literatura de la lengua española, sobresalientes en la cubana.

Escribo para decirte que he comenzado el viaje

con esta acción se rompe todo lo ya previsto

(Litografías a partir del aire)

Una lectura relacional de este libro —en el contexto de la obra de Galliano ya publicada, de la poesía cubana de la diáspora, entre otras posibilidades— muestra la significativa dinámica del viaje en libertad, de búsquedas y hallazgos, memorioso y versátil. Su tono poético va de la nostalgia, ostensiva en Del tiempo y otras puertas, a la jubilosa certeza de que “nadie lleva consigo sus pertenencias y que la vida es una pasión de amor incontenible”, como dice en el pórtico de Litografías a partir del aire. El pensamiento actuante de Alina Galliano hace que el sujeto nazca a una identidad, ya no territorial ni encerrada en el duelo, sino libre, impredecible. Confluyen orígenes y vastas latitudes en el viaje interminable desde sí hacia todos los puntos cardinales y desde el universo, nominado en cartografías maravillosas, hasta el ser, punto central de esa circunferencia-universo cuyos alcances desconocemos. Especulativo y de identidad itinerante, el yo discursivo con sus paradojas tan propias de la estética barroca, se habita y habita en fija residencia, donde existe como autocreación, proyectada su figura polimorfa en el movimiento y la constancia.

El sujeto poético puede ser el que camina y camino. Semejantes a las cantigas de caminante, los poemas se entregan al juego de las significaciones al concebir una figura autoral en proceso, construyendo sus identidades, hasta ilusorias y fantasmagóricas. De este modo ofrecen un imaginario diferente de aquel fundado en la metáfora de las raíces, típico de los discursos de territorialización sacralizadora. Otros poemas se parecen más a un espejo del yo y el tú porosos, reversibles, de imágenes especulares proyectadas al infinito, inclusivas de la imagen del lector que añade, desde la interioridad textual, su otro reflejo.

La identidad de la escriba se configura en la progresiva inscripción del autoconocimiento y su nominación en la escritura, espacio transnarcisista de creación. En consecuencia, se asiste también al nacimiento del lenguaje que adquiere una presencia puntual, descriptiva de acciones y gestos, de espacios fundacionales del ser en su asumida ambigüedad y fluctuantes. Su elaborada trama metaficcional implícita o, a veces, explícita, llama la atención sobre sus procedimientos, proclamándose arte de componer y de la palabra.

La escritura de sí muestra un sujeto desenraizado, diseminado, expandiéndose más allá de su individualidad para explorar a fondo la alteridad, estrategia emblemática de la literatura del postexilio y patente en el discurso de Alina Galliano. Su experiencia no está circunscrita a un país perdido, sino referida a la reconstrucción de una identidad en condiciones de traducción cultural. En estas circunstancias de alteridad y diáspora, la poeta puede constituir el sentido del otro en sí, a partir de sí, de su autoconciencia.

El yo de Alina Galliano, en el espejo de la alteridad, se reconoce figura híbrida e intersubjetiva, transitiva y en tránsito. En el espejo interior, porque no solo es otra en el ojo ajeno, logra vivenciar su identidad/alteridad como una imagen doble. En este espejo hermoso del hacer poético se recobra, toca los invisibles plurales de sus sombras compartidas en un acto amatorio inclusivo, de autoficción identitaria.

El sujeto encuentra las claves de su ser plural en la pasión. La vivencia erótica-intelectiva, intensamente sensible, sensual y, a la vez espiritualizada, hace posible la emergencia de sus diversas formas. Dialogante con el tú omnipresente, desde las regiones intocadas de sí, no pocas veces a partir del motivo del aire, posiblemente uno de los más intangibles, pero pleno signo de identidad, el yo interactúa con el mundo de la vida y la otredad en un espacio transpersonal. En este espacio especular de sincretismo, para la poeta también de animismo universal, se balancea y abre a una irradiante conciencia de sí, sostenida por un hilo tan frágil como poderoso en la invención de sus identidades.

Otras perspectivas abre la poesía de Alina Galliano. Los motivos especulares, de las palabras y sus ecos, de las sombras y los dobles, de los diferentes rostros y nombres, no cesan de ser interpretados en sus poemarios. En su poética autoral, la dialéctica de identidad/alteridad implica una construcción autorreferente y mediadora que tematiza aperturas, desdoblamientos, confluencias, reflejos sin fin.

La creación de un imaginario de presencias sustitutivo de la ausencia de un origen único, la reversibilidad de los aparentes antípodas —yo/tú, fijeza/movimiento, cercanía/lejanía, pequeño/grande, exterior/interior, cosmos/cotidiano—, junto a la creación de espacios de autofundación, el predominio de un sistema metafórico de identidad que privilegia lo fluyente y mutante, la libertad de movimiento en la constancia, todo apunta hacia otras estrategias y modos de pensar poéticos. Desterrada, desenraizada, en diáspora, la poeta da vida a formas de identidad estética referida a una tradición escritural, a cuya renovación contribuye. Al partir, karma cubano, de lo imposible, crea un posible, acaso tierra prometida de su poesía inagotable.

 (Prólogo de Otro fuego a liturgia. Editorial Betania, Madrid, 2007)

 

1 José Lezama Lima: Confluencias (selección de ensayos), Ed. Letras Cubanas, La Habana, 1988, p. 73.

2 Octavio Paz: El arco y la lira, Fondo de Cultura Económica, México, 2005, p. 197.

Aimée G. Bolaños

Aimée González Bolaño en revista Árbol invertido

Profesora del programa de posgraduación de la Universidade Federal do Rio Grande, Brasil, y profesora adjunta de la University of Ottawa, Canadá. Fue profesora de literatura en la Univesidad Central de Las Villas. En los últimos años ha publicados numerosos artículos sobre poesía brasileña y cubana transnacional, el libro de ensayos Poesía insular de signo infinito (2008) y la entrada sobre “Diáspora” para el Dicionário das mobilidades culturais: percursos americanos (2010, edición en francés, 2015). Entre sus libros de ficción: El Libro de Maat (2002), Las Otras. Antología mínima del Silencio (2004), Las palabras viajeras (2010), Escribas (2013). En proceso de edición: Oficio de lectora(ensayos) y Visiones de mujer con alas (poesía). Sus poemas aparecen en diversas antologías, entre ellas, Catedral Sumergida (compilación: Ileana Álvarez y Maylén Domínguez, Ed. Letras Cubanas, La Habana, 2014).

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