En una nota escrita por Enrique Saínz en la Obra Poética de Eliseo Diego publicada por Letras Cubanas en 2001, encuentro esta frase que debo comentar:
"Sentimos la ausencia, además, de un grupo de textos anteriores a En la Calzada de Jesús del Monte, pero no hemos podido hallarlos en las búsquedas que realizamos en el epistolario del poeta siguiendo las indicaciones de Rafael Almanza, por quien supimos de estas páginas".
En efecto, don Enrique me había preguntado por teléfono, en la época en que trabajaba para esa edición, por esos textos que había leído en mi por entonces inédito libro sobre Eliseo. Le dije que yo nunca había tenido los originales, sino solo fotocopias que me habían enviado Josefina de Diego y Cintio Vitier. Estando Saínz cerca de estas personas, y yo abrumado por el hambre y la persecución, no creí necesario ponerme a rebuscar en mi archivo unos textos que seguramente él podía obtener, literalmente, de buena tinta.
Por qué no ocurrió así, no lo sé. He esperado años a ver si se publicaban esos textos. Yo mismo no tenía dónde publicarlos, ni autoridad. Y aunque es posible que ya se haya hecho y no me haya enterado, porque yo vivo marginado del mundo de las revistas y las filologías, quiero aprovechar el centenario del poeta para aclarar el malentendido del meticuloso y utilísimo crítico que es Saínz. Él y yo le debemos a Eliseo esta transparencia.
Durante la elaboración de mi Elíseo DiEgo: el juEgo de diEs? recibí un paquete de Cintio Vitier que contenía, entre otras, unas fotocopias de lo que luego llamé Tres Páginas. Según él, las había encontrado entre las cartas que el amigo poeta le escribiera en sus años de juventud. Pertenecían al período intermedio entre En las oscuras manos del olvido, y En la Calzada. Pues como se sabe, y esto debe ser tenido en cuenta por los jóvenes deseosos de imponerse a los ritmos de la expresión, Eliseo comenzó como el narrador del grupo de poetas de los Vitier y Octavio Smith. Un movimiento tan misterioso como orgánico condujo a Eliseo de la narración al poema en prosa, y luego al verso majestuoso de su primer libro. El narrador se convirtió de repente en el poeta principal del grupo.
Para conocer los detalles de esta evolución debo remitir al lector a mi libro, especialmente a partir de la página 50.
¿Perdió Cintio Vitier los originales que mandó a fotocopiar? ¿O están, después de haber sido sacados de su sitio en el epistolario recibido, en otro punto de su archivo?
Tengo que atenerme al hecho de que he citado y estudiado concienzudamente unos textos fantasmas.
Eliseo debe estar riéndose a carcajadas en su Elíseo.
Bueno, Magister Ludi, permítame divertirme también yo, hoy en la fiesta de su centenario, aprovechando la maravilla de la tecnología, dándole al mundo estas páginas de sus veinte y un años, suaves y frescas; y la carta a su novia que las acompaña.