LA PREGUNTA
Pájaro, esencia de nube,
mitad oscura de mi dolor.
No me preguntes de qué sustancia soy,
en que permanente lápida arde mi fuga;
este silencio que prefiere tus ojos,
no sea que sin querer dibujes un gemido.
Búscame donde comienza un niño,
en el trazo imperfecto de su cielo,
espigada sobre tus rodillas;
navegando como luciérnaga perdida
por la doliente gloria de tu carne.
ELLA SOLÍA COMER FRESAS
A mi hermana
En el páramo, ella solía comer fresas.
Las masticaba tan suavemente que su aliento
a fruta silvestre, le duraba todo el día .
Bailaba, reía, un brazo firme la enlazaba
como una columna poderosa, indestructible.
Su rostro, el del espejo,
brillaba en su palidez. Su alarido,
dormía oculto en su falda, remendada
de antiguas batallas.
Una corona de laureles adornaba la tempestad
de su cabellera.
En su rostro, apenas recordaba aquellas tardes
soleadas, donde las flores le acariciaban los pies
y su piel olía a madreselvas.
En el páramo ella solía comer fresas;
después, en el cuadrado eterno de su habitación,
permanecía ausente, como una piedra reinando
sobre la blancura de su lecho. Fingía dormir,
y su sueño era siempre el mismo,
y en sus manos, guardaba un poco
de aquel fino reinado.
POSESIONES DE HUMO
Take these broken wings and learn to fly
Paul McCartney
El ave del paraíso desplegó sus alas,
huimos cerrando los ojos.
La sorpresa ya no era el talismán,
el manjar único.
Me eché a caminar calles,
a sortear aguaceros,
todo el cansancio que mis huesos
podían sobrevivir,
pero las fachadas antiguas
me recordaban tu perfil,
y de las fuentes brotaban
tus cabellos.
Habitabas todo el paisaje,
cada reliquia de la ciudad:
su pátina suave y delicada
mordía mi secreto.
Tenía el latigazo de tu piel
sobre mi sombra.
ÁNGEL, EL MESÍAS
Que todo vuelva a empezar donde termina
Y vuelva a terminar donde comienza.
Ángel Escobar
Eras el Nuevo Mesías,
tu arsenal eran los clavos,
herradura de jinete desbocado,
alambre retorcido,
sudor que rompe las ampollas.
La escalera subía y subía
hasta la cruz,
hecha de insomnio
y máscara (vuelta al revés).
Tus palabras salían del cenagal,
de la ráfaga rota,
ásperas,
largas y redondas.
Abalorio hecho de cantos y gritos,
de silencios y otras voces
que tenían tu rostro:
escondido en la negra capucha,
en la otra dimensión de la retina.
Guardabas el cuchillo
como una oración.
Y tu cuerpo era negro,
transparente y puro
como el agua,
agua de cien mil leguas de dolor,
campos de azúcar,
gruesos labios interminables.
Te llamaste feo,
aniquilado,
roto,
extraño para los ojos que no quieren ver
lo que sucede dentro de la soga.
Y sentado en el filoso borde
de la aguja,
solo te atragantabas,
solo te dormías,
pretendiendo ser el elegido,
el comedor de tu rabia
y tu llanto.
Como un actor
en su último papel,
arreglaste tu caída al pozo,
la blanda caída hacia lo muerto.
Mesías, el Ángel, te decían,
hacedor del azul.
Ahora giras
con tus cielos sangrando,
lanzando tus palabras,
tus cantos de supliciado
sobre nuestros hombros.
Después,
te duermes en tu cruz,
te callas.
CERTEZA
Dios es terrible
Pero la muerte nos acoge benévola
Con nuestras deudas
Con nuestras dudas
Para entregarnos al mar
Otra vez.
LA BOFETADA
A mi padre
Los ojos de mi padre buscaban descifrar
el enigma.
Todos los días de la escuela,
eran otros días,
otras horas arrancadas al tiempo,
a la llovizna.
Escuchaba las voces lejanas,
mis pies dolían en el asfalto,
las piedras siempre buscaban
una morada en mis zapatos.
Tal vez con mis alas pequeñas
podría alejarme,
escapar por los bordes del círculo,
tocar el agua con mis pupilas.
La mano gris de mi padre,
la mano de los cantos,
la mano blanca,
golpeó,
escupió,
pero mi cara no escuchaba,
mi cara era oscura,
hecha de alambre
y frío.
Mi cara era un espejo cubierto.
Mi cara no quiso hablar.
DEDICADA RUTINA
Voy al mercado a buscar verduras
por las calles donde merodea el sol.
Amaso el pan sin cantos
sin sudor
tú te contentas
nunca preguntas.
¿Alguna vez sucedió
que un dedal guardara tanto silencio?
Cocino los platos y la herrumbre.
Lavo las prendas y los pulmones se cansan,
las manos se confunden con las burbujas y el miedo.
Estertores se barren tristemente
y se esconde la basura debajo de la cama.
Estructuras suaves
a punto de nieve.