Suele el jefe, de estratega,
con un mapa, con recursos
y patrióticos discursos
hacer más fácil la brega.
Las nalgas nunca despega
de la poltrona y se encalla.
Por eso el refrán no falla
con este falso Odiseo:
El caballo de paseo
jamás gana una batalla.
Ya más bien es una moda
desvirtuar la información
y en la manipulación
lo que es esencial se poda.
El farsante se acomoda
como Nerón con su lira
y muestra mientras delira
entre loas y tragedias
que en una verdad a medias
nos acecha una mentira.
Hay quien lo ciega el poder
soñando con ser eterno,
sin pensar que en el Infierno
entre las brasas va a arder.
El tiempo lo va a moler
lentamente con su rueda,
justa ocasión de que ceda
al último desengaño:
El que a todos hace daño
un día solo se queda.
Aprendiz de oportunista,
de verborrea, alardoso,
prometedor, mentiroso,
siempre el primero en la lista.
En retos por la conquista
bebe el trago más amargo.
Luego emerge del letargo
y se descarta en su fin,
pues para ver quién es ruin
sólo basta darle un cargo.
Los que gustan del poder
gozan de sus campanadas
y en las canas bien mesadas
suelen rejuvenecer.
Trágico es reconocer
que en demagogia son duchos
y no escatiman cartuchos
en su corrida de locos:
Los caprichos de unos pocos
son el calvario de muchos.
Un alcalde de Guamuta
de apellido Conde y Luz
impuso al pueblo una cruz
con demagogia absoluta.
Nunca probó la cicuta
y murió como un bendito,
pero en récord inaudito
él fue quien rompió el estambre:
Matar al pueblo de hambre
y el entierro hacer gratuito.
Aspirar de un dictador
buen juicio, ideas más sanas,
eso es pedir a las canas
que vuelvan a su fulgor.
Ahora es más calculador,
disfruta de actos más lerdos.
Él es él, no admite acuerdos,
otro sueño es puro afán.
Es, como dice el refrán:
tirar perlas a los cerdos.
Qué lástima el poderoso
presa del ego y fortuna
y en casa no hay forma alguna
de un entorno decoroso.
Del regalo sustancioso
al arbitrario detalle,
regala montaña y valle
y es, de hipócrita, sin tasa
oscuridad de la casa
y candil para la calle.
Verdad y libre opinión,
mostrar una sola cara,
ser uno mismo... ¡qué rara
virtud cuando hay represión!
Pretender la información
para estar actualizado,
disentir de lo trazado
ante lo virtual en boga
es como enseñar la soga
en la casa del ahorcado.
¡Cómo corrompe el poder
cuando a la postre se enquista!
razón, equilibrio, vista...
se congelan en el ser.
Así es fácil de entender
lo irracional por esencia,
pues de enfermiza apetencia
al no admitir el pecado,
el que no se ha confesado
no sabe de penitencia.
En su demagogia cuecen
solapados la acechanza.
Los políticos, a ultranza,
en dádivas se enternecen.
Sin embargo, aunque te recen
busca entre flores, abrojos,
y aplícales sin sonrojos
lo que el vulgo ya predijo:
Tanto quiso el diablo al hijo
que hasta le sacó los ojos.
Pienso que la sumisión,
aunque a dádiva y promesa,
no deja de ser flaqueza
que encadena una nación.
Impone su condición
el más fuerte con su alarde
y más temprano que tarde
se sufre la oscura suerte...
el flojo siempre hace al fuerte
y al más valiente el cobarde.
El tiempo como gran juez
sin las burdas reprimendas
sabe hacer sus encomiendas
al proceder más soez.
¿A un tirano? Ya lo ves,
la demagogia lo ampara,
pero aunque tras la mampara
esconde duelos su manto,
el que resbala de santo
hasta demonio no para.
Peca de ruin e impostor
quien cierra a todos la puerta
sin dejar rendija abierta
por donde escape el error.
El que practica el terror
y el miedo para vencer
del refrán debe aprender
y en la malara lo entrego,
pues no existe peor ciego
que aquel que no quiera ver.
Hay quien dice: Dios los cría
y es el diablo quien los junta,
toros de una misma yunta
o perros de una jauría.
Medrosos o en osadía,
ruin, embustero, moroso,
egoísta, receloso,
pulgas de un mismo pajar
son esa fauna vulgar
caimanes de un mismo pozo.
Abunda el oportunista,
el que acecha fácil presa
cuando en breve sutileza
procede como un artista.
En tanto al lance se alista
no piensa si le compete,
a lo oportuno arremete
con su paremia al costado:
Cuando el potro está ensillado
nunca le falta jinete.
Molesta una simple gota
cuando no se le ve el fin
y de tanto rintintín
hasta la paciencia agota.
El ser más noble se explota
si en actitud reiterada
de forma injustificada
se le acosa sin descanso:
Tanto le das al buey manso
que te tira la patada.
No es justo matar a palos
y a sombrerazos morir,
sobre todo al discernir
los tratos buenos o malos.
Un Sancho, sin intervalos,
la Ley del Talión propaga
y al dedo de Dios que amaga
lo aparta sin más pudor:
Chivo que rompe tambor
con su pellejo lo paga.
Por viejos o reprendidos
nos vuelven con el sermón
y en un dudoso perdón
aceptamos los cumplidos.
No muy tarde, arrepentidos
y víctimas de esas mañas,
el refrán arde en castañas
con sus sabios ingredientes:
La zorra pierde los dientes,
pero no pierde las mañas.
La demagogia es la moda,
falsa prédica, promesa.
Orar sin pan en la mesa
a cualquiera le incomoda.
Por eso el refrán con toda
razón sirve de testigo
cuando se alarma el ombligo
y la voz lo hace temblar:
Una cosa es predicar
y otra cosa es dar el trigo.
Del paño muy bien conoce
el ruin, el oportunista,
en estos lances artista
sin que en nada se le roce.
Si en prebendas hace un goce
mis reproches no me callo,
pues inmune a cualquier fallo
suele irónico expresar:
Si el diablo me va a llevar
que me lleve en buen caballo.
Qué lejos oigo a Moisés
y su Tierra Prometida...
Promesa más que advertida
que ni en los sueños la ves.
Más que iluso reino es
la tierra en burdos remedos
feria de edictos y enredos,
sujeta a Calendas Griegas
andando a tientas y a ciegas
hasta que el manco eche dedos.
Es cosa buena el perdón,
dar otra oportunidad
frente a toda iniquidad
con mesura y con razón.
Pero como precaución,
evita una ligereza.
Asimila con certeza
un dictamen conocido:
Árbol que nace torcido,
jamás su tronco endereza.