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Músicos | “El día que ellos salgan, entonces podremos soñar”. Entrevista a Al2, El Aldeano

"He creído en muchas cosas, por así decirlo, hasta en los humanos.. Pero, hoy Al2 sólo cree en la naturaleza".

Al2, El Aldeano, concierto en Madrid, 23 abril 2019
Al2, El Aldeano, concierto en Madrid, 30 marzo 2019. Foto: Francis Sánchez. | Imagen: Francis Sánchez
Imagen: Francis Sánchez

Es de noche. Llego al Yasta Club, en el centro de Madrid, atraído por una noticia. Se presenta “Al2, El Aldeano”, como parte de una gira por España. Lo espero a la entrada, un amigo nos ha puesto en contacto. Estoy un poquito emocionado. Voy a conocer personalmente a quien significa, para los que nacimos en Cuba, una leyenda que nos conecta con momentos casi secretos, de libertad contenida, de gritos apretados.

¿Al fin podré contarle cómo seguía siempre a Los Aldeanos —agréguese El B—, “leyéndolos”, porque me representaban, y no solo a mí, a mi generación? Eran la voz de quienes  llevábamos décadas esperando semejante fenómeno de espontaneidad y rebeldía. ¿Decirle que, con sus letras "imperfectas", afiladas, incluso con sus “malas” palabras nunca mejor abiertas entre la vivencia íntima y la represión externa, hablaban por muchos? Ellos sacaron de sus “estudios de grabación” caseros la vida dura y real que no podíamos hallar en los conciertos televisados de la élite disquera.

¿O hablarle de algo más curioso, como que yo había sido una vez su representante? Cuando puse por primera vez un pie en Europa, en 2014, lo hice invitado al festival de documentales One Word, donde recibí una encomienda. Me tocó visitar ciudades y pequeños pueblos respondiendo a las preguntas del público después de la exhibición de un documental. En aquellas presentaciones se juntaban jóvenes, en su mayoría estudiantes, motivados con la historia de los protagonistas. Al final, yo era el único cubano entre ellos, y me hacían preguntas. Querían saber sobre Cuba, de la que habían oído hablar poco, pero en especial sobre el dúo cuya historia se contaba en el filme.

Eran mis ídolos, y ahora también para mis hijos —les explicaba— que se atrevían a poner su música en alto y la compartían con total desenfado. Tenía yo entonces la opinión —la mantengo— de que por primera vez habían surgido unos artistas en la isla (y de gran calidad) libremente, creando una corriente cultural independiente, contestataria, con verdaderos fans, desde adentro de la sociedad cubana. Aquel documental que me tocó acompañar, “Viva Cuba Libre. Rap es guerra” (Director:  Jesse Acevedo), se filmó en la isla sin permiso oficial, moviéndose los realizadores de la misma manera ilegal en que Los Aldeanos hacían su música; y, para mi sorpresa, obtuvo ese año el Premio del Festival de Praga One Word.

Finalmente el Yasta Club está lleno. Calentando el ambiente, han cantado algunos raperos españoles cuyos nombres no voy a recordar, me han parecido tan educados incluso a la hora de mostrarse molestos, que me han hecho gracia. La multitud se aprieta contra la tarima. Se hace un vacío, un silencio. Y todos empiezan a gritar: “¡Aldo, Aldo, Aldo...!” Parece que ha llegado la hora de la verdad.

 

El día que puedas cantar libremente en la Plaza Cívica José Martí de La Habana (soñemos), estoy seguro que se va a llenar. ¿Con qué canción te gustaría empezar ese concierto, y qué artistas invitarías a subirse al escenario?

Hay varias canciones con las que quizás empezaría: “Tiranosaurio”, “Habana con los Zafiros”, “Nos achicharraron”, “Miseria humana”.

Tengo muchos amigos raperos en muchos países, pero una persona que no podría faltar es Silvito el Libre. Y creo que, ese día, también tiene que estar conmigo Yamil, y su grupo Deja Vú.

¿Cómo sientes que te ha recibido el público español en esta gira?

El público que me sigue, no solo acá en España, sino adonde quiera que llego, es mi familia, y me abren los brazos como tal, son mis hermanos de la vida.

Cartel de Al2, El Aldeano, gira España 2019
Cartel de la presentación en Madrid, 30 marzo 2019.

Transmites una imagen muy fuerte, que proviene no solo de tu presencia física, sino de la historia de resistencia de donde surgiste. Pero, tu singularidad también está en ser una persona rica en matices, siempre muy positivo sobre la familia, la paternidad, las relaciones amorosas y otros temas. “Lulo” en ese sentido creo que trae nuevas facetas, ¿cierto?

La verdad, Lulo es el resultado de un tiempo de soledad que tuve en la vida. Me aparté de las redes, cancelé los shows que tenía, porque espiritualmente necesitaba un espacio para pensar en muchas cosas que me estaban afectando en el plano personal, como individuo. Lulo es mi amigo, un árbol al que le hablé y en el que me inspiro.

Tú música, tus letras, están muy ligadas a la realidad cubana. Sin embargo, en tu concierto esta noche, había muchos jóvenes españoles y de varios países de Latinoamérica cantando, ahora para ellos eres una leyenda internacional. ¿Cómo ha sido, para alguien que habla en el lenguaje cubano de la calle, enfrentarse a la industria del mercado internacional y, a pesar de todo, lograr ese reconocimiento?

Todo lo que soy se lo debo a la poesía y a la vida. Ser un cubano sin internet nunca fue un muro para mí, para el sentimiento, por eso pienso que mi trabajo trascendió y que, más allá de la realidad cubana, puedo llegar a la vida de los seres en cualquier lugar del mundo.

“Sin la fe no somos nada” afirmas en el tema “Son mis duendes” del disco Lulo. ¿Has tenido “Dioses” que se te han derrumbado?

Sí, pero prefiero no hablar de eso.

¿En qué cree Aldo?

He creído en muchas cosas, por así decirlo, hasta en los humanos, ja ja ja... Pero, hoy Al2 sólo cree en la naturaleza.

En el tema “Lágrimas verdes”, dices “Busco un árbol gigante que tiene frutos sagrados” y también “todos tenemos un bosque adentro”. ¿Cómo ha crecido ese bosque donde vives, y cómo crees que ha evolucionado a lo largo del tiempo?

El bosque de mi mente y mi ser es un bosque que ha sido talado, explotado, maltratado. Ha pasado tormentas, incendios, pero aún sigue aferrado a su verde, porque también ha sido amado. Es mi bosque, y ahí es donde quiero estar.

“El rap es guerra” ha sido tu estandarte. ¿No temes que con el paso del tiempo te puedas ir aplacando, tranquilizando, y tu rap deje de hacer “la guerra”?

Mi rap a veces es guerra y otras simplemente amor, mi árbol tiene muchas ramas para clavarlo en una cruz.

¿Cuáles son tus influencias literarias?

Nunca he leído.

Siendo el rap una música muy urbana, en Cuba se te escucha en todas partes. ¿Conociste el interior de Cuba, la gente del campo, que es de la más abandonada, sobre todo en la zona oriental?

Sí, conocí muchos lugares en Cuba, por la música.

¿Te mantienes al tanto de las nuevas promociones de hip hop en Cuba?

En realidad, no mucho.

¿Pudieras contarnos las historias de tus tatuajes?

Hablar de la historia de mis tatuajes... son muchos, asere. Así, todos los tatuajes que tengo significan algo. Ya algunos están como viejos, no se ven bien, y me los he cubierto con otros. Pero, la mayoría son como los nombres de mis hijos, el retrato de algún familiar, mi abuela. No hay nada del otro mundo. Ah, tengo una libreta de abastecimiento tatuada, para que nunca se me olvide, para tenerla ahí y recordar que crecí con eso. Y tengo un tatuaje en una pierna que dice “Policía singao”.

Ahora mismo en Cuba hay dos raperos presos, por oponerse al Decreto 349, Maikel el Osorbo y Pupito en Sy, ¿conoces su situación? ¿Tienes un mensaje para ellos?

A Maikel el Osorbo no lo conozco tanto. Pupito en Sy, es mi amigo. Él tiene tatuado incluso el nombre de mi madre. Y yo tengo un mensaje para ellos dos, para Maikel y Pupito, claro: yo estoy con ustedes, todo el tiempo. Ahora, cuando mañana me despierte, voy a hacerle un videíto a Díaz Canel [Miguel D. C, presidente de Cuba], preguntándole por qué no los acaba de liberar.

¿Qué crees de los supuestos cambios ocurridos recientemente en Cuba con el apoyo de una Nueva Constitución? Siendo realista, ¿cómo ves el futuro de Cuba? Y, siendo soñador, ¿cómo imaginas o sueñas ese futuro?

Realmente, a Cuba yo no le veo futuro mientras estén los comunistas ahí, vaya, no se puede ni soñar. Ese es un país donde no se puede soñar desde hace más de cincuenta años. Yo quisiera, pero, mientras estén esa gente ahí, no es posible. Ellos no se van a ir, hay que sacarlos. El día que ellos salgan, entonces podremos soñar.

Francis Sánchez

Francis Sánchez

(Ceballos, un poblado de la provincia Ciego de Ávila, Cuba, 1970). Escritor, Editor y Poeta visual. Máster en Cultura Latinoamericana. Perteneció a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba desde 1996 hasta su renuncia el 24 de enero de 2011. Fundador de la Unión Católica de Prensa de Cuba en 1996. Fundador y director de la revista independiente Árbol Invertido y también de la editorial Ediciones Deslinde. Se exilió en Madrid en 2018. Autor, entre otros, de los libros Revelaciones atado al mástil (1996), El ángel discierne ante la futura estatua de David (2000), Música de trasfondo (2001), Luces de la ausencia mía (Premio “Miguel de Cervantes de Armilla”, España, 2001), Dulce María Loynaz: La agonía de un mito (Premio de Ensayo “Juan Marinello”, 2001), Reserva federal (cuentos, 2002), Cadena perfecta (cuentos, premio “Cirilo Villaverde”, 2004), Extraño niño que dormía sobre un lobo (poesía, 2006), Caja negra (poesía, 2006), Epitafios de nadie (poesía, 2008), Dualidad de la penumbra (ensayo, 2009) y Liturgia de lo real (ensayo, premio “Fernandina de Jagua”, 2011). | Escribe la columna "Aquendes" para Árbol Invertido

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