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Desidia y otros poemas

"Cuando no hay luz ni salida, el pensamiento / va disipándose al borde del vacío. / Gana la furia, el dolor, su desafío".

Mujer y pájaro
Imagen: Yanier H. Palao
Desidia
 

"Fuimos débiles y la indulgencia nos convirtió en culpables".

                                                           Anatole France

 
Con qué razón aclamar si no hay conciencia,
vivir serenos, sin que el combate fluya.
Qué pasará cuando el mundo se diluya
y se pierda en el adiós nuestra existencia.
 
Por qué razón compartir ambivalencia,
la incertidumbre constante, (el alma aúlla),
la alevosía, el ardid de quien arrulla
en su esqueleto derrotas y violencia.
 
Cuando no hay luz ni salida, el pensamiento
va disipándose al borde del vacío.
Gana la furia, el dolor, su desafío.
 
No habrá Noé que nos avise del fracaso
ni quien nos ceda cobija con su abrazo.
Somos botín para potros de tormento.
 
 
 
Del principio
 

"Nada del universo está vacío, ni lleno en demasía".

                                                     Empédocles

 
Alguna vez fui lobreguez, lodo, tiniebla
y detoné sin compasión sobre el vacío,
sufrí el encierro, nadie sabe, el desatino,
sólo el Big Bang fue desagravio en mi tristeza.
Salí triunfante del momento, y mi condena,
el maremagno iconoclasta como lid,
fue dar a luz días y noches sin un fin,
fue dar a luz islas, océanos, galaxias,
las estaciones, leyes, hombres, abundancia,
un dios, un diablo, una leyenda, un porvenir.
 
Y sabios
y guerras
y ciencias
y esclavos
y lagos
y artistas
y orgías
y edades
y hambre
y heridas.
 
Alguna vez
tuve una estocada,
mi génesis trazada
en magnánimo doblez,
tuve filósofos tal vez
que honraron mi voz en la comedia
de lo eterno, también una Edad Media
que asumió dislocación y ambigüedad,
tuve estratagemas, fenómenos, verdad,
mentiras, shape and form, y el daño que aún me asedia.
 
Alguna vez tuve una isla, un aguacero,
un partidario insipiente como ardid,
una goleta, un letargo, un Mio Cid,                                                            
una esperanza, un tapiz, un caballero,
una batalla, un cantar, un hormiguero,
la idiosincrasia torcida del espanto,
un óleo de Matisse y el adelanto
hacia el umbral suspicaz de otras simientes.
Alguna vez resurgí tras indulgentes
concavidades in memoriam de algún santo.
 
Por eso canto mi endecha,
mi lágrima feliz adulterada,
por eso canto mi nada,
mi luna sideral, mi ron Arecha.
Por eso canto la estrecha
comunión del espectro indisoluble,
por eso canto hasta el double
clip de simpatía o de desconsuelo,
por eso canto hasta al suelo
donde lastro mis raíces.
Fe voluble
porque canto al orate, a la razón,
porque canto a la luz y a la tiniebla,
porque canto al decoro y a la niebla,
porque canto al sufrimiento, a la ilusión,
porque canto a lo maldito, al corazón,
porque canto a la esencia y a lo inerte,
porque canto a la cábala y la suerte,
porque canto a la luna, al cautiverio,
porque canto con arpas y salterio.
Porque canto a la vida y a la muerte.
 
 
 
Como un pez
 

"Sólo vives por esa partícula de ensueño que te sobrepone a lo real".

                                                                        José Ingenieros

 
Si Cambio es daga por trino
que la irrisión no te asombre,
guarda el estilete en nombre
de tu isla, peregrino,
pon al sol el pergamino
hasta la recta final,
deshazte del lodazal
atroz que nace en el podio
de tu pecho, borra el odio,
desdibuja ese ritual
del oro en su punto fiero
 el ser ante el oro miente.
Una mina por viviente
se lanza sobre el tablero.
Los dioses son aguacero
de lágrimas, directriz
arraigada a la matriz
del sentimiento profano
que junto al grito es insano,
desgarrador, un tapiz
condicionando el hastío
ancestral en la garganta
del peón que se levanta
desde lo adverso y el frío,
la soledad, el estío
espantoso entre las olas
esclavas donde te inmolas
como un pez, como un esquife,
sin rumbo, sin que alguien rife
tu final.
Las almas solas
perdieron tras otros vientos
sus tridentes, fueron miles
con un sueño de misiles
los que extraviaron los cientos
de augurios, los mil intentos
por atrapar la secuencia
entre el ser y la apariencia
que se pudre en tu bolsillo
 
y es el canario amarillo
quien te lastra la conciencia.

Ana Rosa Díaz Naranjo

Ana Rosa Díaz Naranjo

(Cuba, 1973) Poeta, narradora, artista de la plástica y actriz. Egresada del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Graduada de Lengua inglesa. Ha publicado los libros de poesía Pasos en el borde (Ed. Sanlope, 2003), Profecías del Arquero (Ed. Sanlope, 2008), Otra vez el cielo (Ed. Negro sobre Blanco, 2013), Poemas Oral Traumáticos y Cósmicos en Profecías del arquero (Frente de Afirmación Hispanista, A.C. México, 2018); y las novelas El hueco (Ilíada Ediciones, 2019) y Rani y la charca misteriosa (Editorial Primigenios, 2020). Textos suyos han sido publicados en antologías y revistas en Cuba y el extranjero. Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y de la Unión Internacional de la Marioneta.

 

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