Dota es el nombre de una nueva pasión que se ha extendido entre jóvenes y niños cubanos. Este juego electrónico se desarrolla en equipos, cinco contra cinco, conectados en redes, y mantiene en vilo a un número de jugadores difícil de determinar a través de todo el país. Para conocerse, relacionarse entre ellos, medir fuerzas y distinguir a los mejores, se han hecho habituales ciertos torneos a nivel de provincia, regionales y nacionales, siempre autogestionados. Se pagan sus boletos y hospedajes, además de aportar sus computadoras, pagan de su bolsillo alquiler de locales y premios. Algunos cuentapropistas suelen patrocinar algún equipo, y marcas, como la cerveza Tigon apuestan por apoyar un “deporte” que obtiene mayoritaria atención. Incluso han surgido en el país algunas páginas webs que publicitan el acontecer dotero.
Por eso, por estos días, el selectivo torneo “Dota Cuba 2016” ha reunido 8 de los equipos mejores en el Museo Orgánico Romerillo del artista de la plástica Kcho, donde, a unas cinco huestes capitalinas (los mejores: DK – Reborn, e Infinity Gamming), se sumaron equipos de las provincia Matanzas (Galaxy), Pinar del Río (Team Bross) y Ciego de Ávila (Eternity). En la sala Google+Kcho, batallan los equipos, y al lado, en el teatro Tocororo, la comunidad de fans sigue el evento por una pantalla gigante. Para quienes llegaron desde otras provincias, resulta especialmente interesante poder jugar conectados a Internet, aquí les sale gratis, mientras la comunidad internacional sigue sus plays.
Llama la atención que, como ha sido habitual respecto a modas de los jóvenes que se apartan de un diseño social preestablecido —sucedió en otras épocas con formas de vestir, músicas y bailes—, las instituciones estatales no saben reaccionar, ante el nuevo fenómeno, sino a la defensiva, con reservas. En la prensa cubana suele hablarse de este juego sólo en términos médicos, con preocupación por tantas horas como los chicos dedican a permanecer frente a las computadoras. Por cierto, ¿y no hay chicas? Definitivamente no abundan, aún no las vemos más que como novias de los jugadores. Es que este divertimento, visto desde afuera, se parece a la vida de quienes juegan. Aquí quedan reflejadas barreras económicas y sociales en la Cuba de hoy, a pesar de que sean jóvenes de muy buena onda, abiertos, sociables y asertivos. También se nota la ausencia de chicos negros. Tener computadoras, y estar en redes, son algunas de las condiciones básicas para desarrollarse en este mundo de fantasías. Lograr un excelente nivel competitivo y mantenerse informados, sin acceder a Internet, o sea, desconectados, es asimismo parte de la cultura del Dota en Cuba, por ahora.